No Esta La Magdalena Para Tafetanes

«No está el horno para bollos ni el ánimo para vanidades»

La frase viene a pelo para indicar que la situación nacional es seria y que no hay espacios para trivialidades.

Todos estamos ya o nos encaminamos a un estancamiento peligroso de cuyo trance podríamos salir de una u otra manera: a punta de represión y garrotazos policiales, por la rendición o derrota de uno sobre el otro, o por la vía negociada.

Sinteticemos este diagnóstico. 

LA SITUACIÓN OBJETIVA.

Las fuerzas económicas en los poderes Ejecutivo y Legislativo abrieron la llave del conflicto actual. El primero abandonó la imparcialidad y contrajo «nupcias» con el sector privado. El segundo, débil hasta lo impronunciable, mostró su ceguera y queriendo confundir a la comunidad electoral, naufragan en la cicatería de intereses mezquinos sobreponiéndolos a los objetivos de la comunidad nacional que, supuestamente, existen para ser protegidos en el parlamento.

Seguro que las paralizaciones laborales en curso no han paralizado la economía nacional. La afectan y mucho. Pero los perjuicios van a ser mayores si no se le pone fin a los estancamientos focalizados.

Perdura, por añadidura, una acentuada desconfianza entre los actores llamados a buscar soluciones particularizados con un atrincheramiento desde el que cada uno reclama, para si, el grifo de los remedios objetivos.

Si elevamos la testa en búsqueda de una visión con luces largas, toda huelga tiene efectos medibles a partir de su fecha de inicio y de terminación. En el cierre de las escuelas públicas, al contrarío, sus consecuencias se calculan por lo que dura una o varias generaciones.

Sin inclinar la balance en favor de nadie pero lejos de ser imparcial porque eso sería un soberano cinismo, Pmá. necesita un remezón que nos ponga en ruta segura para desechar  impunidades, una institucionalidad fracturada, subordinación de poderes públicos entre sí, justicia de injusticias y todo lo que sigue en una larga lista para no contar.

LA SITUACIÓN SUBJETIVA.

A la exigencia social de derogar la 462 se le contrapropone el rechazo oficial cerrado al diálogo. No se notan zonas grises o indicios para intentar alguna coincidencia tendiente a normalizar el país, incluyendo las ofertas de mediación que, por ahora, se han recibido con desapego y desdén.

Aunque derogar la 462 es una exigencia justa, debe tenerse presente que eso no es tan sencillo como se pronuncia y se oye. Se requerirá pulir el lápiz más de lo que un entusiasta desprevenido puede imaginarse.

Cerrarle la puerta al diálogo, cualesquiera sean los motivos del gobierno, es un kamikaze y equivale a poner el dedo en el botón del desastre.

HABRA SALIDA?

Sin duda. No estamos a horas de una solución ni la situación esta para que dure demasiado tiempo. En peores situaciones aquí y por allá, el diálogo y los pactos son preferibles a cambio de no sentarnos a que el País se pierda del todo.

Importa poco, mucho o nada, que el sr. Mulino haya invertido o perdido su capital político o que no tenga visión ni misión para después de su período; el tema es que el pueblo quiere seguir contando con un país más allá de 5 años por lo que ningún personaje o grupo puede remolcarnos a sus destinos particulares no importa cuales sean.

Hay que abrir pasos hacia un diálogo en rastreo de pactos concretos y viables.

Caso contrario seguiremos viviendo en un «baño maría» borboteando y dependiendo que una chispita genere un arrebato peligroso en donde sólo sobrarán los perdedores.