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La vulneración de los derechos estudiantiles en UDELAS: Una crisis institucional encubierta

Abdiel Jeannette
Líder estudiantil suspendido
UDELAS

Desde su fundación, la Universidad Especializada de las Américas (UDELAS) ha buscado proyectarse como una institución moderna, inclusiva y con vocación de internacionalización. En esa línea, la aspiración de incorporarse al Consejo Superior Universitario Centroamericano (CSUCA) implicaba cumplir con un conjunto de requisitos que garantizaran su carácter democrático e institucional. Entre ellos, destacaba uno fundamental: la existencia de una Federación Estudiantil debidamente reglamentada y reconocida, cuyos dirigentes contaran con voz y voto dentro de la estructura universitaria.

Fue en este contexto que se creó el Consejo Estudiantil Universitario (CEU), inicialmente designado por la administración universitaria. Sin embargo, con el paso del tiempo, la organización fue evolucionando hacia una estructura más democrática y representativa. Los estudiantes, conscientes de la importancia de su rol dentro de la vida universitaria, fueron consolidando juntas directivas en las extensiones universitarias y un Consejo Directivo Nacional, fortaleciendo así la participación juvenil en la toma de decisiones. El CEU llegó a tener presencia activa en importantes plataformas nacionales e internacionales como la FEUCA, CSUCA, Jóvenes contra la Violencia (Panamá y Centroamérica), Red Alerta PTY507, el Consejo Nacional de la Juventud y la OCLAE, entre otras.

No obstante, el avance alcanzado por la dirigencia estudiantil comenzó a incomodar a ciertos sectores administrativos. La evolución de la Dirección de Vida Estudiantil hacia una Vicerrectoría, enfocada exclusivamente en los asuntos políticos internos, limitó progresivamente el alcance del movimiento estudiantil, restringiendo su actuación a los ámbitos cultural, deportivo y académico, bajo un control institucional cada vez más rígido.
La tensión alcanzó su punto álgido durante la pandemia, cuando la administración universitaria impulsó una reforma del estatuto orgánico. Uno de los cambios más controvertidos fue la modificación del método de elección del rector: se pasó del voto popular a un modelo de elección por claustro universitario, lo que redujo significativamente la participación directa de los estudiantes y del personal administrativo. Este hecho convirtió a UDELAS en la primera universidad latinoamericana en adoptar dicho sistema, suscitando una profunda crítica interna.

En este nuevo esquema, el CEU conservaba 14 representantes con derecho a voto, lo que equivalía a un porcentaje considerable de participación estudiantil. Este poder simbólico y real colocó al CEU en el centro del interés de distintos grupos académicos y administrativos, que vieron en la organización una herramienta potencial para inclinar el equilibrio de poder universitario.

La dirigencia estudiantil, fiel a su principio de independencia, asumió la responsabilidad de actuar de manera crítica y objetiva en los procesos políticos internos. Sin embargo, su posición neutral y su negativa a servir a intereses particulares derivaron en presiones, hostigamiento y amenazas por parte de sectores administrativos que pretendían controlar sus decisiones. A pesar de ello, la organización mantuvo su postura autónoma, defendiendo su rol como representante legítima del estudiantado.

Ante el ambiente de persecución institucional, se presentaron denuncias ante organismos competentes, entre ellos la Defensoría del Pueblo, sin obtener respuesta efectiva. Por el contrario, las presiones aumentaron: se restringió el acceso a las oficinas del CEU, se cambiaron cerraduras y se obstaculizó el uso de recursos esenciales para la atención de los estudiantes. Incluso se amenazó con auditorías y sanciones arbitrarias.

Pese a las adversidades, el movimiento “Jóvenes Unidos por UDELAS” logró imponerse en las elecciones estudiantiles, consolidando un liderazgo responsable y crítico. Esta victoria representó un golpe simbólico para quienes pretendían mantener el control político del movimiento. La negativa de las autoridades a asistir al acto de entrega de credenciales fue un reflejo del desagrado institucional ante la derrota.

Posteriormente, el CEU solicitó formalmente la restitución de las llaves de sus oficinas, lo que fue negado por la Vicerrectoría de Vida Estudiantil y posteriormente minimizado por la Rectoría, en un intento de desentenderse de los hechos. No obstante, el liderazgo estudiantil continuó su labor en los Consejos Académicos y Administrativos, denunciando irregularidades y exigiendo respeto por la autonomía estudiantil.

Las represalias no tardaron en llegar. Se registraron amonestaciones verbales, amenazas de suspensión y medidas disciplinarias contra los dirigentes que alzaron la voz. En el caso más grave, dos líderes estudiantiles fueron suspendidos por dos años, justo en la etapa final de su tesis, lo que afectó su formación académica y su bienestar emocional. Estas acciones evidencian un patrón sistemático de vulneración de derechos, donde se busca disuadir la participación activa de los estudiantes en la gestión universitaria.

Lo ocurrido en UDELAS no solo constituye una crisis de gobernanza interna, sino también una violación al derecho fundamental de los estudiantes a organizarse libremente, a participar en los procesos de toma de decisiones y a ejercer la crítica como motor del desarrollo institucional. Resulta urgente que las autoridades universitarias, el Ministerio de Educación y los organismos de derechos humanos examinen esta situación con seriedad, restituyan las garantías vulneradas y promuevan un diálogo genuino basado en el respeto, la transparencia y la democracia universitaria.

UDELAS, como universidad pública, debe ser ejemplo de equidad y justicia, no un espacio donde la disidencia estudiantil se castigue. La historia reciente demuestra que el fortalecimiento de la participación estudiantil no debilita a la institución, sino que la enriquece, reafirmando su compromiso con los valores democráticos que dieron origen a su fundación.

Finalmente es importante destacar que no existe hoy por hoy desde hace dos años, una representación de los estudiantes ni para defender sus derechos ni para la orientación como en otrora lo fue.

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