POR RAMIRO GUERRA. ABOGADO Y CIENTISTA POLÍTICO.
En medio de carencias y todo tipo de insalubridades, vivíamos felices en Silver City, Puerto Armuelles. Habitamos en unos barracones de madera, que construyó la compañía frutera, para los trabajadores. Para hacer las necesidades, teníamos que cruzar la calle, donde se encontraba los escusados (excusados). ¡vaya nombre! Tenían carácter comunal.Diariamente los limpiaban. Recuerdo al señor Pinzón, que era uno de los encargados de ese trabajo. En medio de esas insalubridades, los niños de la época, aprendimos a ser y saborear la felicidad.
No teníamos piscina, pero hicimos de unas tuberías que tenían salida hacia el mar, en Silver city. Mediante ellas se canalizaban las aguas servidas. Los chicos de entonces, la usábamos como rampa y trampolín, para arrojarnos al mar. Esa era nuestra piscina. En torno a ella, se tejieron todo tipo de chiste y cuentos. Cuando los muchachos nos aventábamos al mar, muchos que salían del fondo del mar, lo hacían trayendo una corona en la cabeza. Eso era motivo de risa y jodedera.
Tal vez, allí estaba la causa, de variadas enfermedades de la piel que nos salían. Pero éramos felices. Las travesuras y aventuras, no faltaron. Nos metíamos a la zona, (barriada de los altos ejecutivos gerenciales de mamita yunai) a buscar frutas como mandarinas, naranja, pipas, uvitas. La empresa tenía empleado a trabajadores que en ese entonces llamábamos guachimanes.
Recuerdo a uno que tenía de apodo, pocha. Corría como una gacela. Pero que vá, con los muchachos de Silver City, se estrellaba. Ellos corrían más rápido. Nuestro campo y estadio para jugar pelota, eran las calles. En ellas dio sus primeras incursiones, el exgrandes ligas, Omar Moreno. Ese era nuestra barriada en Silver City, en Puerto Armuelles. Inmenso en camaradería y buenos vecinos. Allí crecimos. La inocencia de ser niño y a pesar de dificultades y limitaciones, éramos felices.
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