Por ejemplo, La Asamblea Nacional con 81 diputados en el año 2000 a 2001, cuando Laurentino Cortizo fue presidente de ese Órgano, trabajó con un presupuesto de 33 millones de balboas. No obstante, ahora, en medio de esta monumental crisis sanitaria y económica, todos desean desentenderse del drama y procuran seguir en un ambiente de francachela, con un exuberante presupuesto incosteable de más de 164 millones, cuyo rubro más importante son los contratos por servicios personales correspondientes a las millonarias planillas de cada legislador, especialmente para atender compromisos personales del diputado por causa del clientelismo que se ha encargado de anular la democracia, que ha terminado siendo un dramático sofisma en nuestra sociedad.
El país, y los panameños, no merecen la conducta indolente, insolidaria y que soslaya, casi que, con alegría, la dramática y angustiosa condición que vive el pueblo panameño.
¡Así de sencilla es la cosa!
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