El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Victoriano Rodríguez Santos
Nada sorprende en Panamá. Se actúa justa o injustamente, legal o ilegalmente, constitucional o inconstitucionalmente, pero lo cierto es que la población y muchos abogados están exigiendo justicia real y efectiva, no selectiva.
Al parecer hay desgreño legal que nadie para, siempre contra la población más pobre y desprotegida. La Corte Suprema de Justicia, quizás tenga que ver los cadáveres desfilar, para entonces pronunciarse sobre el atropello denunciado desde Bocas Del Toro, Darién, Chiriquí y demás provincias.
Todo parece indicar que el Ejecutivo hace lo que le viene en ganas y la Asamblea de Diputados que debe parar algunas acciones, “anda como arrieras sin pestañas.” Mientras nuestros aborígenes son maltratados, invadidos en sus comarcas, arrestados e incomunicados, aparte de lo que algunos abogados han estado denunciando.
Se aplicó un “estado de emergencia” para Bocas Del Toro invocando incluso el artículo constitucional 23, el cual trata de las garantías fundamentales. Tremenda metida de patas.
Según las denuncias, peor que los militares de los países que mandan a combates sangrientos y de muerte, seguramente pudieron ellos tener más conciencia y amor por su prójimo que quienes actuaron contra nuestros aborígenes, incluso mujeres, las cuales han denunciado las desnudaban.
Esperemos que esos militares o policías, sean panameños, aun cuando dudamos que tanto sadismo denunciado haya sido hecho por panameños, pero tal atrocidad caerá en la conciencia propia y de sus familiares.
Lo peor, los gendarmes ingresaron a las zonas comarcales, zonas que tienen sistemas jurídicos propios y específicos. Se les privó de sus derechos, ignorando que en ellos rigen leyes propias. Jamás un gobierno se había atrevido a tanto, como tampoco un Defensor con ese actuar ausente o sesgado.
Lo extraño de esto es que quien funge como presidente de la República, José Raúl Mulino, cuenta con título de abogado.
Toda gota de agua tiende a llenar el recipiente y quedó visible, con la demora, el 1 de julio, para escoger la Junta Directiva de la Asamblea, un pulseo que ni como matraqueo resultó.
Si los diputados no se ponen los pantalones largos y dejan de vestirse de blanco (porque algunos ensucian el color), pronto no será Asamblea y pudiera ser usada como dormitorio de policías. Dios te salve, Panamá.
Economista, educador, máster en Recursos Humanos.
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