Por: Ramiro Guerra. Jurista, Escritor Y Cientista Político.
Los helicópteros volaban sobre barriadas y comunidades.
Mientras en las ciudades, torrente de masas irredentas, gritaban, arriba la libertad y no a la represión.
Hacía décadas, que no había visto, multitudes arreciando la bandera patria del decoro y la dignidad.
Los hospitales y centros de salud, no se daban abasto; una niña con herida en la cabeza, unas educadoras con sus brazos retorcidos y sangrando, las cárceles saturadas, pero que cosa más grandiosa, el pueblo no daba el brazo a torcer.
En la orden del día, de la policía, se anunciaba en carteles, «se busca a su zutano y fulano» Delitos, defender la democracia, la libertad y la soberanía.
Mientras todo esto ocurre, el embajador yanqui, se pasea por todo el territorio nacional dando órdenes como si fuese el gobernante. Todo ello ante la mirada cobarde de traidores a la patria.
El poder hace alarde de victoria y celebran en el club unión y sus locales, que el pueblo está en retirada y derrotado. Nunca entenderán que se trata de otra de sus automentiras; la oligarquía y el poder político, exponen sus debilidades y contradicciones.
Todas las Iglesias, emulan al gran líder, Jesucristo y sacan a relucir su filosofía de la opción por los pobres
Condenan a los opresores y resaltan la defensa del pueblo.
Son heridas profundas a la patria y al pueblo. ¡Pero que va! , todos gritan aquí nadie dobla la cerviz.