Por: José Dídimo Escobar Samaniego
Haití, precisamente a un mes de un oscuro magnicidio que conmovió al mundo entero, ahora sufre la tragedia de un potente terremoto que se ha saldado con más de 300 muertos y dos mil heridos, una amplia destrucción de edificios, casas, calles, puentes, tendido eléctrico, y tuberías de agua rotas.
Algunos perciben que la práctica satánica del espiritismo y del Voodoo, tiene encendida la ira del Señor, pero también en ese lugar hay gente de oración que dobla rodilla por ese país.
No podemos mirar desde lejos a esos hermanos, como si su desgracia no fuera también la nuestra. Es necesario organizar nuestra solidaridad con una expresión tangible en que podamos compartir con ellos lo poco o mucho que tenemos nosotros y también levantar un altar de oración porque la misericordia de Jesucristo no se aparte ni de ellos ni de nosotros.
Estamos viviendo tiempos en que se acercan los juicios de Dios, y nadie pasará en esta tierra, sin ser pesado con absoluta precisión y justicia insobornable.
Que entonces, cuando nos pesen, nuestros actos convaliden nuestra fe, porque la fe sin obra es muerta.
Que podamos arrepentirnos de los malos caminos en que hemos andado, porque así tendremos acceso a la misericordia de Dios.
¡Así de sencilla es la cosa!
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