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Celebramos la vida del gran poeta de la patria: José Franco


Por: Ramiro Guerra M.

Hasta luego poeta, escritor y amigo josé franco. ganaste la inmortalidad con tu poema Panamá defendida. Me quedo con los diálogos extenso que sosteniámos.

La última vez que nos vimos, me hablaste muy entusiasmado de un libro en curso, sobre los tesoros debajo del mar, en la bahía de portobelo. hasta luego. cuidaré del negocio. ( nos encontrábamos siempre en el sheraton y él me decía que era nuestro negocio en común).

 

Panamá Defendida
Por: José Franco

Entonces fue la Patria
los caminos del indio.
Los playones,
las montuosas
serranías atlánticas,
las salinas del mangle
y los estuarios.
Fue la Patria la tribu,
los juncales,
el fastidio del humo
en los bohíos,
la sierra agreste,
anónima.
Pesarosos, hostiles,
los senderos del hombre
fueron ríos,
cordilleras de rocas
y jaguares.

Del turbulento Atrato
al chiricano suelo pastoril,
la Patria ha sido siempre
los andantes caminos,
los galopes
del aire inmemorial,
territorio
de tránsito perpetuo.
La selva, las raíces,
la hierba adusta,
huraña,
las pesarosas tumbas
aborígenes,
seguían los pantanos,
las chozas familiares,
las aldeanas inscripciones
cerca de los riachuelos
solitarios,
donde nacen remansos
y marismas,
y el cardumen remonta
los bajíos.

Simples, rústicos
troncos ágiles,
fueron los indios flechas,
rupestres signos, manos
ornamentales; ollas
profundas de almidón
alfarero.
Modelaron el barro,
las hamacas
del viento forestal,
las estatuarias
costas del Pacífico;
sonoras, armoniosas,
asientos del crepúsculo
y la espiga.
Porque antaño el maíz,
esmalte y fuego,
panal de arcilla roja,
fue certeza
en la «chákjaras»,
atavío textil,
sueño multicolor
del cántaro y la sangre.

¡Oh cenizas del indio en mi memoria¡
Hallo en tu cesta rota
la liturgia
del vaso funeral:
que el hombre es sólo barro,
mortal ánfora,
polvo común del tiempo
y el olvido.
Quizás en la amargura
de la piedra
tu muerte se prolongue,
dulce ocarina lánguida,
sementera filial,
danza de los abuelos
enterrados.

Me remonto a la noche
de tu primo elemento:
eras la red, la trampa
en el arpón, la pesca
humilde en los esteros.
Tus palabras
indagaron la tierra,
las azules
leyendas de los Dioses,
las videncias
del primer jeroglífico
en la luna.
Padre nuestro del Istmo,
candil triste.
Lirio de los volcanes
y el relámpago.
En tu nombre mi Patria
se hace origen,
texto de la palabra funeral,
remota imagen
del llanto memorable.

 

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