Editorial

 

Desde el día de ayer han circulado fotografías del Presidente de la República, con mandatarios detestados por sus pueblos, como es el caso de Javier Milei de Argentina, Dina Boluarte de Perú y el tristemente célebre Volodimir Zelenski de Ucrania, todos títeres de los USA y alfombra de Donald Trump, entregados a los grandes poderes económicos mundiales que solo buscan enriquecerse a costa de la pobreza de sus pueblos.

Milei, goza en la actualidad con una baja popularidad, su propuesta política libertaria fue derrotada en las últimas elecciones municipales y legislativas, donde recibieron una paliza nacional, en especial, de los jubilados, que son aporreados cada miércoles en las calles de Buenos Aires, ante sus reclamos de mejores pensiones y condiciones de vida digna.

El gobierno de Milei entregado a las entidades financieras del Mundo (FMI, BANCO MUNDIAL, entre otras), ha súper endeudado al país y provocado el incremento de la pobreza calculada en 5 millones de nuevos pobres.

Su fascismo está basado en una política de odio hacia el movimiento popular y admiración a los ricos (Gobierno de Empresa) imitado por Mulino en Panamá. En el ámbito de la política internacional, se encuentra fundamentada en la entrega de sus recursos naturales y minerales a las grandes macroempresas del planeta y en desconocer las conquistas sociales, políticas y económicas de los argentinos, ganadas con sangre y dolor a lo largo del siglo veinte y lo que va del siglo XXI.

Milei pasará a la historia como uno de los peores presidentes de Continente. Ni hablar de Dina Boluarte, que se ha prestado para todo tipo de actos ilícitos en perjuicio del presidente Constitucional, Pedro Castillo, arrestado injustamente por querer cambiar los patrones políticos en favor del pueblo, que clamaba un alto a la política de corrupción de las oligarquías, que son las que la mantienen en el poder, en complicidad con una fuerza armada señalada por actos de represión que violan el derecho humanitario y cuyos altos mandos gozan de total impunidad. Boluarte, ha sido señalada por actos de corrupción y persecución que la convierten en una presidenta con elevada impopularidad y que solo se sostiene con el respaldo de las mafiocracias en el poder.

Ni hablar de Zelenski, payaso de profesión, quien ha llevado a Ucrania a una de las peores derrotas de la historia, se cuentan por cientos de miles los jóvenes muertos en esta carnicería, que fue provocada por el cómico, con el ánimo de hacerle los mandados a la OTAN y los USA, en lo que se denomina una guerra proxy o de delegación.  y quien desde hace un año no cuenta con la legitimidad democrática, es decir, gobierna al margen de su propia constitución.

Ante este bochorno de personalidades detestables se suma el incoherente y desdichado discurso en la ONU del mandatario panameño, lleno de falsedades, sobre todo, porque viene de alguien quien hace pocos meses dio la orden de reprimir violentamente al pueblo que luchaba por una mejor seguridad social. En sus apariciones públicas, el presidente, denota odio hacia los pobres y gratitud para los ricos, que se han robado los recursos del país a manos llenas y que gozan de sus millones de dólares, tanto en Panamá, como fuera del país, hasta el punto de concederle el exilio a uno que tiene sentencia en firme de condena.

En sus palabras no hubo una muestra de solidaridad hacia el pueblo Palestino, que está siendo masacrado por Netanyahu que, utiliza a su ejército criminal que hoy cometen un genocidio que nos recuerda lo que hizo Hitler hace 80 años, en los campos de concentración. Fue sumiso ante los poderes económicos mundiales y habló de una democracia que él pisotea cada vez que se manifiesta el pueblo en las calles.

Sería bueno que el presidente hubiera aprovechado ese foro mundial para rechazar las declaraciones que hace pocos meses dijera el presidente Trump, en el sentido de desconocer la lucha que han librado generaciones de panameños y panameñas por el rescate de la Soberanía y amenazar con tomarse la vía interoceánica. Sabemos, que jamás iba a defender los principios de Soberanía del país, porque su gobierno aceptó por medio de un Memorándum de la traición la instalación de bases militares, instaladas en el Pacífico y Atlántico del Canal, desde las cuales hoy se utilizan como rampas de agresión a otros países hermanos de la región, comprometiendo nuestra seguridad nacional, acción lesiva para la Patria que cercena la lucha de los Mártires y Héroes del 9 de enero de 1964, igual que de miles de panameños y panameñas, que han levantado su voz en contra de la presencia Yankee en Panamá y que se configura como una agresión contra nuestra constitución, una abierta y grosera violación del tratado de Neutralidad del Canal y que ofende y denosta la dignidad de todos los panameños de bien que, aspiramos a vivir en un mundo basado en el respeto mutuo y la pacífica convivencia.

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