Por: Ramiro Guerra
UN HOMBRE EN EL HORIZONTE.
De repente, al mirar hacia el horizonte, le pareció ver a un hombre, que por alguna razón le recordaba alguien conocido. Aceleró la marcha para alcanzarlo; pero la imagen más se alejaba. No desistió y entonces corrió; finalmente logró alcanzarlo. El hombre estaba de espalda; le tocó uno de los hombros. ¡sorpresa! Al voltearse, resultó que era él. Entonces miró hacia atrás y se dio cuenta, que todo era un vacío sin sentido. No le quedó otra que seguir su camino hacia lo desconocido.Los amaneceres siempre traen sus afanes.
Felipa muy temprano, salió para el mercado a sus compras habituales. Jamás se le ocurrió, que se encontraría con su pasado, que nunca dejó de mortificarla. Frente a ella, un joven no le quitaba la mirada y ella se percató, siendo asaltada por un nerviosismo y temor pocas veces sentido. El lunar en la frente del joven, la hizo remorar su paso por Palmas Bellas. Su estancia en ese lugar, fue traumática. Solo ella sabía lo que era ejercer una de las profesiones más antiguas.
Sintió que el mundo se le venía encima y un sentimiento de culpa y vergüenza, la sacudía. Cuando abandonó Palmas Bellas, lo hizo dejando atrás, el producto de una de las tantas relaciones propias del oficio. Lo dejó merced a sus compañeras, que se hicieron cargo de la criatura. El único recuerdo que se llevó, fue el lunar en la frente que tenía la recién nacida criatura.
Ahora lo tenía de frente; no sabía que hacer; la mirada del joven parecía flechas arteras dirigida al corazón de Felipa. No dijo nada y solo alcanzó ver, como su hijo se perdía entre la gente del mercado. A partir de ese momento, su tormento y sentimiento de culpa se agravaron. Terminó y murió en un nosocomio para enfermos mentales.
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