La historia política, da cuenta de regímenes, cuya gobernanza se sustentó, en dotar a la población de pan y circo. Sin embargo a cambio de ello, recibieron el desprecio y la antipatía de la población.
Las dictaduras, están convencidas que el circo y el pan, es suficiente para gobernar. A veces, más circo que pan.
Los pueblos , no solo viven de circo y pan; de que sirve lo anterior, cuando se está frente a una gobernanza, que limita las libertades, la democracia, hace del estado, un instrumento de persecución y represión frente al disenso y otros derechos que son parte de la existencia humana, como la vida, su dignidad e integridad.
El ser humano, en su condición de ciudadano, aspira a co- gobernar y por ello el estado, los regímenes que se dicen democráticos, deben proveer, los espacios de participación ciudadana de tal suerte que las políticas públicas y decisiones que trascienden a la nación, deben ser objeto de diálogos y consensos. ( el concepto de ciudadanía deliberativa).
Los gobiernos , una vez electo, se equivocan cuando creen que el pueblo le ha endosado un poder absoluto. Frases como la que yo soy el presidente y punto. Están equivocados y ese tipo los retrata como pichones de dictadores.
Lo anterior, retrata la realidad en la está inmersa la nación y todo el pueblo.
Un escenario donde prevalece, el uso de la mentira como factor de mediatización de la verdad real y concreta. A lo anterior se suma, el recurso de la violencia institucional y bruta, a los que se oponen a ese estilo de gobernar.
A propósito de lo anterior, como jurista, me preocupa el actual desempeño del ministerio público.
Lo ocurrido en Bocas del Toro, Darién, Chiriquí, cuyo hermanos originarios y contra el movimiento sindical – laboral, quienes han sido objeto de ataques violentos por las fuerzas policiacas, debió haber activado al procurador y fiscales, para investigaciones que van desde lesiones graves a homicidios a la población.
Hay testigos presenciales y las propias víctimas en torno a estas represión y a sus autores material e intelectual.
El procurador guarda silencio y demás autoridades de investigación, que los deja mal parados ante todo el país.
La sociedad civil y todas sus organizaciones, no pueden callar frente a tanto latrocinio y perversidad. La dignidad e integridad de los individuos, duramente lastimadas.
El grito nacional, de justicia para las víctimas, debe llegar lejos, al punto que esos delitos no queden impune.
Es la hora que las autoridades judiciales y de investigación se calcen los pantalones largos. Lo observado hasta hoy, pareciera servir al poder político.