CUANDO POR ABARCAR MUCHO SE APRIETA POCO

No se puede sostener, en justicia, que los problemas actuales, sean de hechura reciente.

Cada problema tiene su edad y a cada gobierno le corresponde darle cara a los que reciben como a los nuevos que se le aparezcan y los que ellos mismos provocan. Y que el Ejecutivo y los Diputados, llegan a los puestos públicos para eso.

En principio, no es criticable que el sr. Mulino aceptara el reto de las reformas a la CSS.  Lo malo fue el modo escogido para paliar las deficiencias de la seguridad social porque la metodología empleada ha generado la crisis que vivimos tanto por el contenido de la Ley 462, que es revisable en cualquier momento, como por la forma utilizada, que ya es un hecho irreversible, y que ha creado toda suerte de suspicacias y resentimientos que suelen tardar en sanar.

Esto explica que el ascenso de la protesta, en calidad y cantidad, ha sido posible por la represión descarnada con que se ha querido contenerla y disuadirla así como por la soberbia y tozudez presidencial que sólo tiene paciencia para esperar que todos se le rindan a sus pies desde aquella vez que una pesadilla lo puso a gritarle al océano pacífico desde su rancho playero la frase apócrifa del francés Luis X1V, «L’ Etat, c ‘ est moi» (El Estado soy yo)

Cuál es el resultado neto?  Si en ésta primera batalla sobre la CSS el Ejecutivo ha fracasado de cabo a rabo, le queda menos capital y piso para abordar lo de la mina, el reservorio de rio Indio y ninguna credibilidad para zafarse de la «capitis deminutio» a la que descendió por exceso de acobardamiento ante el embaucador Trumpuloco.

En palabras sencillas:  Mulino es el Presidente más solitario de que se tiene noticia a menos de un año en el poder. Ha confesado que no tiene resorte al que recurrir ni tolda política donde guarecerse. Su círculo íntimo de empresarios e inversionistas tragones deben estar sufriendo por las bravuconadas de su aliado, y serán ellos los primeros en pedirles se deshaga de sus dogmatismos atávicos porque esta abriendo un vacío enorme justo para el tamaño de ellos mismos.

Le toca al Presidente el supremo esfuerzo de recomponer sus proyectos. Pero sin resolver lo de la Ley 462, se empeña en encarar la reapertura del proyecto minero, sin importar la modalidad o el mecanismo que prefiera, y el programa relativo al río Indio, desempolvándolo del secretismo, atesaría la conflictividad social con el riesgo implícito de poner al borde del colapso la producción nacional y a las puertas de una ingobernabilidad de consecuencias impredecibles y riesgosas.

El Tratado de Neutralidad, siempre vigente, y el calamitoso Memorando de Entendimiento, son aves insaciables con ganas de demostrar poder y, por eso, representan suficientes avisos sobre pistas de un virtual desenlace aciago para el país en general

El blanquecino cabello del Presidente no se compara con la cabellera de Sansón, ni tampoco lo mueve el mismo sentido de justicia, ni él tiene la fuerza de aquel para derribar el templo para desaparecer a todos sus «enemigos filisteos».

Pero si tiene la disparatada impresión que sí, entonces hay que detenerlo raudo y veloz a punta de democracia dura y pura.