Editorial

Escuchar las conferencias de prensa de los jueves del Presidente de la República resulta ser un acto de masoquismo, sobre todo, por el elevado nivel de odio, especialmente, hacia los pobres, que reflejan cada palabra pronunciada por el inquilino del Palacio de las Garzas, a quien no le interesa lo que opine el pueblo de él, ni las encuestas, que lo ubican en los niveles más elevados de impopularidad de la historia, menos la frustración del pueblo de haberlo elegido, sabiendo de que nunca ha estado cerca de los más pobres y necesitados de la Patria, mostrando únicamente en su trayectoria ser un servil de los poderes económicos.

Contrario a estas premisas, el presidente, sí se desespera de tener una mala opinión de sus amigotes los empresarios, aquellos, que hacen negocios turbios con los gobiernos y que nunca pisan las cárceles, tal como expresará el escritor Eduardo Galeano, al decir que: “La justicia es como las serpientes, porque solo alcanza a los descalzos”.

Ayer, se refirió al Hospital Oncológico, diciendo que tiene suficiente plata, cuando todos sabemos las necesidades por las que pasa este nosocomio, que han sido exteriorizadas por los propios médicos, enfermeras y personal, igual señaló como “demagogos”, a quienes hablan de “millones para los niños pobres”, como si la pobreza infantil y familiar no se sintiera cada día en Panamá producto del desempleo, la falta de políticas públicas y la corrupción desmedida.

Peor aún, fueron sus palabras donde de forma directa pretende manipular a la justicia, al decir, que los jueces no hacen su trabajo, inferimos, que es cuando “sueltan a sus adversarios”, porque cuando lo hacen con sus amigos y allegados al poder, ahí merecen aplausos.

Esa frase común de que los “pueblos no se equivocan” es errada en distintos escenarios, por el hecho, de que hace un año los electores cometieron su peor desatino al elegir a un presidente que ha declarado su gobierno como “empresarial” (alejado de los pobres) y sin el mayor pudor corta el presupuesto a la educación, salud, y programas sociales, pero mantiene los millones a la Fuerza Pública, que tiene el fin de reprimir al pueblo, mantiene los subsidios a los empresarios, compra aviones de guerra por cientos de millones de dólares y reconstruye casas diplomáticas para los ricos y famosos.