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Tres Consecuencias Que Trae Consigo La Amenaza Contra El Canal Y Panamá


Por Alejandro Román Sánchez

Ilustración por Daniel Jurman.

1.DEBIDA PONDERACIÓN DE LA AMENAZA. La amenaza inicial de un candidato y ahora de los Estados Unidos de América, debe tomarse con la debida seriedad y preocupación. No se trata de un presidente y de un estado cualquiera.

Más allá de la simpatía que pudieran sentir algunos por la figura y política de Trump, así como por el país del norte. Más allá del hastío que sienten los panameños por un sistema interno que les niega oportunidades y facilita privilegios mal habidos, la corrupción y la impunidad. Más allá de los «negociados» que pudieran existir entre un sector social privilegiado y los chinos.

Los ciudadanos, sin distinción, tenemos que abordar el tema como panameños. Entre los panameños deben y tienen que prevalecer los intereses de Panamá, por encima de cualquier simpatía que pudiera existir con otro líder o país.

2.ACELERADOR DE CAMBIOS. En lo interno, la amenaza es un acelerante de los cambios que urgen en el país. Todos los sectores sociales saben que el sistema imperante exige cambios, debido a que la inmensa mayoría de la población está harta de ser parte de un proceso que empobrece, en vez de prosperar. Que le niega y cierra oportunidades. Que salvaguarda privilegios mal habido y que permite la exhibición descarada e impune de lo robado.

Los cambios que hay que hacer a raíz de la amenaza foránea, son ahora más inevitables y urgentes que antes. La acción de los panameños ante la amenaza tiene que estar acompañada de los cambios. No hay tiempo para más. La amenaza agotó los espacios de tiempo.

No se debe ni puede pretender que el pueblo se sienta a gusto salir a la calle, manteniendo el estado actual que no le beneficia. El Pueblo no es imbécil, ni un tonto útil.

No obstante, la historia nos demuestra que la defensa de la soberanía puede rebasar a cualquier gobierno de turno, o posición del grupo dominante.

3.CRUZADA INTERNACIONAL. Una de las muchas razones por las que los panameños debemos y podemos estar orgullosos, es que siendo un país pequeño, amante de la paz, supimos rescatar la Zona del Canal en manos de la primera potencia. Fuimos capaces de lograrlo mediante la diplomacia e inteligencia. Haciendo que nuestra causa fuera respaldada por la comunidad internacional.

Ante la amenaza actual, tenemos que hacer lo mismo. No queda de otra. El camino está marcado. Pero para lograrlo nuevamente, debemos ampararnos en la neutralidad que significa el servicio que presta a la comunidad internacional nuestra posición geográfica, a través del Canal.

El gobierno debe actuar en consecuencia y ser capaz de convidar a los panameños y a los demás países a sumarse a esta cruzada. Para ello, en lo interno, debe ser capaz de iniciar ya los cambios urgentes, de modo que la población se sienta partícipe.

En lo internacional, debe ser capaz de ajustar nuestra política exterior para lograr semejante propósito vital para el país. Debe entender que necesitamos de los mejores diplomáticos y de las mejores mentes de las que disponemos, por encima de banderías políticas, clase social, amiguismo, etc.

En este sentido, debe ser capaz de empezar por corregir la mala práctica de nombrar a nuestros diplomáticos, en base a clientelismos. Representantes que nada aportarán a la causa. A juzgar por lo que pasó en la Asamblea Nacional, posiblemente la empañen.

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