Por aquellos años residía en la Argentina donde militaba en la juventud comunista. En ese momento presidia la Confederación Argentina de Estudiantes Secundarios. Algunos meses antes nos habíamos volcado a las calles de Buenos aires para recibir a “Chicho” como cariñosamente se lo conocía al presidente socialista. Había llegado al aeroparque de la ciudad un día antes de la asunción del presidente Cámpora el 25 de mayo de 1973. La argentina estaba conmocionada, dejaba atrás a una dictadura y el pueblo había logrado el retorno del general Perón y una aplastante victoria popular. Para participar de la asunción del representante de Perón viajaron especialmente Osvaldo Dórticos, presidente de Cuba y Salvador Allende de Chile. Ya en el aeropuerto miles de personas lo estábamos esperando para darle la bienvenida. Recuerdo que repartieron unas fotos impresas con su rostro y su firma que por muchos años guarde con especial cariño. Por la tarde una manifestación multitudinaria se manifestó por los parques de Palermo hacia la embajada de Chile, donde Salvador Allende nos dirigió la palabra desde el primer piso de la mansión diplomática. Allende y su revolución pacífica era parte de la esperanza de la izquierda latinoamericana que creía que podía ser posible la forma pacífica de la transición al socialismo. El presidente chileno a pesar de ser parte del Partido socialista era un hombre de formación marxista, amigo del Che y de Fidel.
Fue uno de los impulsores en la Tricontinental celebrada en Cuba y el mentor de la creación de la organización OLAS, de coordinación de los movimientos revolucionarios de América latina. Al otro día de su llegada el 25, se iba a producir uno de los acontecimientos más importantes de la historia contemporánea de Argentina, dos presidentes, Osvaldo Dorticos y Salvador Allende, oficiaban de notarios de la asunción del Presidente Héctor José Cámpora que presidio “La breve primavera Argentina”.
Aquel paso de Allende por Argentina fue esencial para profundizar los lazos de amistad de ambos pueblos. Unos meses después la derecha reaccionó, al mando de A. Pinochet, ejecutando el sanguinario golpe de Estado. Durante los primeros dos días las noticias que llegaban eran contradictorias, algunos medios señalaban que en Valparaíso los obreros resistían con valentía con las armas en la mano. Con el transcurrir de las horas nuestra esperanza se iba diluyendo. A pesar de ello cientos de miles de argentinos salieron a la calles para solidarizarse con el pueblo chileno. Nunca en la historia solidaria de este país se dio un fenómeno semejante. Al grito de ¡¡¡Chile no se rinde!!! ¡¡¡Vamos chile carajo!!! ¡¡¡Se siente se siente Allende está Presente!!!, las calles de toda Argentina hacían sentir su solidaridad antiimperialista.
Aun hoy retumban estos gritos esperanzadores en mis oídos. Recuerdo las lágrimas y los abrazos de los compañeros frente al edificio del Congreso de Buenos Aires. ¡¡¡Vamos Chile carajo!!! Era un solo grito.
Meses después en enero de 1974 encabece una manifestación de estudiantes secundarios en la villa turística de Miramar. La misma tenía como objetivo la solidaridad con Chile. Luego de algunas provocaciones de la derecha local. Terminé detenido con otro compañero, pasando la noche en una comisaría de la ciudad. Creo que fue la detención, con la que me sentí más orgulloso. Después de 45 años de que los EEUU provocaron este golpe de Estado con las consecuencias de muertes y violaciones de los derechos humanos por todos conocidos, el pensamiento socialista, antiimperialista y revolucionario de Salvador Allende (que nada tenía que ver con la socialdemocracia), está más vigente que nunca.
¡Se siente! ¡Se siente! ¡Allende está Presente!