Por Ramiro Guerra. Asesor Legal De La Ctrp, Sitea, Sitiespa Y La Ucp.
Jurista, Escritor Y Cientista Político.
Primero de mayo, los trabajadores celebramos, un año más de aquella jornada de 1886.
Gloria eterna, siempre a los caídos en la lucha por mejorar las condiciones de trabajo y en ella la jornada de las ocho horas .
Se trata de un primero de mayo, inmerso en una dinámica político social, donde la clase trabajadora, los sindicatos, enfrenta un poder extremadamente autoritario y afín a la oligarquía y a los Estados Unidos.
Los trabajadores enfrentan las medidas draconianas, del gobierno, entre ellas, una ley 462 de Corte antipueblo, lo mismo que rechazan la entrega de la soberanía.
En estos últimos días, el ruido de carros y armamentos de la fuerza pública, han estado a la orden del día, para apagar el grito de lucha al igual que la resistencia, en dirección a la derogatoria de la ley 462. Lo mismo que el memorandum de entrega de la soberanía y recrea la ignominiosa presencia del ejército gringo en nuestro territorio. Igual con el tema de la mina, que según el gobierno va porque va.
La represión ha sido obra de un régimen que instrumentaliza a la policía que se conduce con desprecio al pueblo. Cero sensibilidad humana.
Con mucho hidalguía, verticalidad y dignidad, la clase trabajadora, con el pendón de la patria , se ha atrevido a desafiar al régimen y que hoy, enfrenta debilidades y el rechazo por parte del pueblo.
En hora buena, como el ave fénix, la juventud, los estudiantes, se suman como protagonista de ese torrente de pueblo que se crece por encima de los intereses mezquinos de los sectores dominantes, su régimen y de los Estados Unidos.
Este primero de mayo, honra y respeto a la clase trabajadora y al movimiento sindical, quienes dan el pecho por la defensa de la patria y del pueblo en general