Por Ramiro Guerra M.
Jurista, escritor y cientista político.
El mundo hoy, se debate entre posiciones unilaterales versus los enfoques multilaterales.
Se trata de una contradicción compleja en tanto que en la misma se definen temas de hegemonía y dominio en el mapa terráqueo mundial.
Ahora bien, lo anterior si bien es cierto, la interdependencia viene a constituir un imperativo de todas las naciones. Ningún país o nación es autosuficiente. Economía poderosa, USA, CHINA y otras, se enfrentan en este escenario de lucha hegemónica, a pesar de ello, mantienen relaciones en el ámbito de la economía y del comercio.
Lo anterior nos conduce, en el caso de países como Panamá, no desdeñar el impulso a procesos que conduzcan a construir relaciones económicas con todo el orbe, de tal suerte que, una política exterior, debe priorizar o hacer énfasis en relaciones abiertas, que coadyuven al crecimiento y desarrollo del país.
Definirse por posturas que centran su política exterior, en la dependencia y sumisión a uno de los polos de poder, enfrascados en posiciones de hegemonía, trae más problemas que beneficios y nos convierte en tarjeta de tiro de los contrarios.
Hoy hay un mundo, donde las posiciones hegemonistas, han generado un escenario, donde destacan el denominado bloque emergente. Juegan a una real independencia y soberanía de sus naciones y estados. Hacia allá camina el planeta.
En consecuencia, resulta preocupante, la evidente posición de Panamá, su gobierno, optar por posturas que priorizan el unilateralismo, que mediatizan la soberanía y la independencia.
Cierto, que los Estados Unidos y Panamá, en término asimétrico, tienen relaciones con nuestro país; pero eso no puede significar dominio y control de nuestro país.
No somos colonia ni protectorado de USA.
En consecuencia, tenemos derecho y plena libertad de pactar relaciones internacionales, en el marco de posturas multilaterales. Estas concurren a ayudar a crecer y generar desarrollo.
DIOS BENDIGA LA PATRIA.
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