Editorial
El país nuestro es objeto en este momento de una descomunal amenaza, como nunca antes en nuestra historia que, pone en riesgo nuestra existencia misma como nación pacífica, libre y soberana.Este ataque no solo proviene del exterior en que, basados en mentiras y el avasallador poder militar, pretenden retrotraer el carro de la historia y convertirnos abiertamente en una colonia norteamericana. Es que también desde adentro, el poder que se ejerce con escaza legitimidad y por encima de la voluntad popular, ha enrarecido los aires democráticos y los caprichos del ejecutivo se imponen sin razones, mas que el deseo de un solo sector del país, precisamente el que ejerce el poder.
Este último elemento, nos deja a la intemperie cuando tenemos que enfrentarnos en una gran unidad nacional a la amenaza extranjera y entonces tenemos un gobierno bravucón adentro y contra los sectores de los obreros y otros sectores sociales al punto que se conculcan derechos constitucionales como el derecho a la sindicalización, a la expresión y manifestación pública, pero frente a los que amenazan nuestra patria, todo es entreguismo, genuflexión, sonrisas y petición de reuniones y acuerdos secretos.
La crisis interna se produce, no solo porque no se respeta el orden democrático, sino que los sectores de la economía financiera, dedicados a hacer fortunas con el dinero ajeno, le han puesto el ojo a la reserva de la CSS que está por el orden de 10 mil millones de dólares y ellos quieren tragarse ese capital que pertenece a los trabajadores, sector más humilde de nuestra sociedad.
Desean institucionalizar un drenaje permanente de esas grandes finanzas y sin permitir que volvamos a sistema solidario que permite mantener el sistema en el largo plazo y ofrece pensiones y jubilaciones dignas, muy distinto al sistema que han impuesto y desean mantener en el que solo se le ofrece un bajo porcentaje de todo lo que ha aportado el trabajador.
De esta grave crisis solo podemos salir con un pueblo organizado en las calles, porque se trata de la existencia misma de nuestra patria, de la permanencia de nuestra soberanía, del Canal, de la solidaridad entre los panameños como hermanos que somos y de un auténtico régimen democrático porque no se eligió a alguien para que impongan su voluntad en una dictadura ni que aquí se imponga el grupo más privilegiado en una aristocracia.
Por eso todos, pese a las amenaza del actual régimen debemos este jueves a las 4 de la tarde en todo el país, ir a las calles y manifestarnos, no caer en las provocaciones de la policía ni de grupos pagados por el régimen y expresar alto y claro el rumbo digno que queremos para nuestra nación y la obediencia que exigimos al presidente, de la opinión mayoritaria de nuestro pueblo, al menos que esté buscando razones para justificar la presencia militar extranjera en nuestro suelo, lo que sería una acción de alta traición a la patria.
Así de sencilla es la cosa!
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