Por Ramiro Guerra M.
Jurista, escritor y cientista político.
En el día de ayer, 25 de diciembre, el Dr. José Dídimo Escobar, público un artículo de su autoría, de suma inteligencia, orillando a una tesis doctoral, sobre la corrupción, sus relaciones causales, que ha concurrido a colocar al país en una crisis, tal vez nunca vista en nuestra historia.
Nunca antes, en nuestra historia, el país había hecho gala de dineros en abundancia, de crecimientos importantes del producto interno bruto y contradictoriamente poco o casi nulo desarrollo. La pobreza, la extrema pobreza, formación educativa deficiente, carencia de recursos indispensable para la vida, como el agua, infraestructura en estado desastroso etc…
Muchos recursos invertidos en mega obras, pero la población no ve sus efectos.
Generaciones lucharon para recuperar el Canal; sin embargo, el pueblo percibe que ese Canal ha venido a favorecer las élites del poder económico; igual la ampliación del Canal. El capital comercial, financiero, han multiplicados sus negocios e inversiones.
Los panameños, muchos dicen, tumbamos la quinta frontera, pero siguen las cadenas de la discriminación y no se ven los resultados; el panameño no ve ni siente como se ha traducido lo anterior en desarrollo.
El Dr. Escobar, ha puesto los puntos sobre las íes; la corrupción han minado toda la estructura institucional, llevándolas a un desgaste que raya en tragedia.
Los grandes ganadores, de estas miasmas en que han sumergido al país, han sido las élites del poder económico, la oligarquía, que pornografió todo el esquema institucional. Contaminó a toda la sociedad. Para ello montó toda una estrategia de degradación moral, de enajenación del ser nacional y perversión alienante de los panameños. No nos engañemos, la desculturización lumpen, ha venido haciendo estragos en la diversidad social del país.
Nada de lo anterior ha sido casual u obra del azar. Lo anterior ha sido obra de un plan trabajado por las élites del poder y el poder imperial. Esa fue la razón de ser de la criminal invasión a nuestro país.
Hemos tenido gobiernos que se hicieron parte o fueron cooptados y quedaron inmersos en esta podredumbre de que nos tienen arrastrando cadenas de pseuda libertad ciudadana; todo en el escenario de una fantasía de democracia representativa, que excluye y discrimina. Peor aún, niega espacios de real participación ciudadana.
El Panamá de hoy, no es el que deseamos y queremos. Ha sido asaltada por fuerzas sociales que todo lo reducen a negocio y ganancia.
El cinismo los retrata; se presentan como moralista, pero han sido también padre de esta criatura que ha irradiado todo ese ensamblaje de corrupción, al cual el Dr. Dídimo Escobar, se refiere.
Este es el escenario, no casual, donde el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, lanza su morterazo, en dirección a hacerse de nuestro Canal. Signo de lucha nacional, soberanía y dignidad patria.
El señor Trump, se ha reiterado que volverá, una vez asuma la presidencia, por los caminos de hacerse de un bien estratégico de la nación, como es el Canal.
El presidente del país, cierto, se pronunció contra esas maléficas intenciones del imperio.
En un ambiente como el arriba señalado, de descomposición moral del estado, de desconfianza del entramado institucional, socavado por todo tipo de desafuero y una población trabajada y desmovilizada para defender su integridad, nos coloca en una situación frágil; únicamente superable por la dinámica de un pueblo movilizado para defender la patria.
Observo a un gobierno frágil (son parte de esas perversas alianzas) para enfrentar el alud de objetivos antinacionales que se nos viene encima. No hay que tomar las amenazas del presidente Trump, con ligereza y espíritu pobre de lo que significa el ser nacional.
Panamá corre el peligro de caminar hacia una república mediatizada por nuevas modalidades de control e intervención de nuestro país. Eso se veía venir. La embajadora por salir, hizo de su gestión en nuestro país, un rosario de intervenciones, toleradas con absoluta genuflexión por el gobierno y celebradas por el poder económico.
Todo lo anterior, nos obliga a retomar cuantas iniciativas sean necesarias, de concientización hacia un reverdecer de nuestro sentido de país libre, soberano e independiente.
El año 2025, nos colocará en un punto de inflexión; ser o no ser.
La tarea más importante y fundamental, derrotar el proyecto y la propuesta de sociedad oligarquizada, de las élites oligarcas y su tutor el imperio.
Es y será la hora de dejar a un lado, las cuestiones baladíes y tontas, que dificultan la unidad popular y democrática.
8 Hay varios Likes:) Gracias...