Mañana, tomará posesión Donald Trump, de su segundo mandato al frente de EE.UU.
Previo a su investidura ha amenazado tomarse Groenlandia, convertir a Canadá en el estado 51 y arrebatarle el Canal a Panamá, incluso usando la fuerza militar si fuere necesario.
Su discurso no pasaría de una bravuconería, sino fuera porque Trump estará al frente de la potencia militar que asigna un billón de dólares a su presupuesto para una estructura militar extremadamente costosa, pero al mismo tiempo letal que, aseguró por mucho tiempo, un dominio geopolítico absoluto en el mundo entero.
En los últimos tiempos Estados Unidos ha devenido, sin embargo, en una suerte de disminución significativa de su influencia global y a lo interno ha descuidado su infraestructura, su situación social, empleo, salud y educación y el sueño americano hoy se confunde en una pesadilla que afecta a sus propios ciudadanos y a millones de inmigrantes que viven en EE.UU. sin legalizar su residencia o ciudadanía y que serán puestos de patitas fuera de las fronteras de USA en los próximos días según los planes de Trump.
Los norteamericanos siempre nos hablaron de la necesidad de la libre competencia, pero el surgimiento de la tecnología y la industria china con productos de calidad, convertidos hoy en la primera economía del mundo con un PIB global superior al de USA, lejos de competir con ese país, EE.UU., es decir, Donald Trump, ha propuesto una política proteccionista, dejando de lado y abandonando el principio de la libre competencia, es decir, solo estoy de acuerdo con la competencia, siempre y cuando no me afecte y deje al descubierto mis debilidades en el nivel productivo.
Esta azarosa circunstancia ha llevado a USA a replantear su comportamiento a nivel internacional, desconociendo las normas del derecho internacional y en una política de choque, darle un golpe al tablero del ajedrez político mundial, introduciendo acciones de fuerza para intentar recuperar incivilizadamente el papel hegemónico que han venido perdiendo en forma sostenida.
Según Trump, el volverá a hacer grande a Estados Unidos, y este propósito parece a prima facie encomiable, el problema es que lo pretende hacer utilizando la fuerza contra el resto del mundo y confrontando el derecho y la justicia que deben cobijar la civilización humana.
En el caso panameño, el pueblo debe estar alerta para enfrentar con inteligencia todas las acciones, que basadas en mentiras o medias verdades, se pretendan utilizar para menoscabar nuestra soberanía y jurisdicción, asimismo como el carácter neutral del Canal de Panamá, establecido en el artículo 315 constitucional.
El gobierno panameño, no obstante, de algunas declaraciones expresadas por el presidente y otros voceros, por haber adoptado las presentes y anteriores administraciones, una postura caracterizada por una vergonzosa genuflexión, no ha convocado aún al pueblo y a nuestras fuerzas de seguridad a prepararse para una eventual agresión militar del más grande ejército del mundo. A esta altura, por tales amenazas ciertas, Panamá que, desde hace 19 días es miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, debió convocar o por lo menos informar a ese Consejo de la grave circunstancia que atraviesa nuestro país pacífico y desarmado.
Nosotros el pueblo panameño, siempre hemos tenido una vocación de amistad con todos los pueblos del mundo, por eso esperamos la misma reciprocidad. Estados Unidos, sin embargo, como decía Torrijos, “no anda buscando amigos, sino lambones” y nuestra dignidad nacional, nuestra integridad territorial, nuestra soberanía no puede ser mancillada, sin que encuentre en los patriotas panameños la decisión inquebrantable de defender la heredad de nuestros padres y el futuro de nuestros hijos y nietos.
Qu el Dios Todopoderoso, nos acompañe y por ser un Dios Justo, otorgue la fuerza y se cumpla en nosotros los panameños, la palabra que dice: “Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia”. 1 Corintios 1:25-29 RV 1960