Neoliberalismo, historia y estudiantado.

Por: Enrique Avilés

Para Francis Fukuyama, la historia había llegado a su fin con la caída del bloque soviético a inicios de la década del 90, pues el destino de la humanidad sería, ineludiblemente, el fortalecimiento del capitalismo a través de una democracia neoliberal, con énfasis en el libre mercado. Hoy la prédica de fukuyama resulta indignante ante las grandes mayorías de la población, que ven en el neoliberalismo el culpable conspicuo de las partidocracias democráticas y de los sectores dominantes del mercado que en su afán de acumular exageradas riquezas han privatizado los servicios públicos y flexibilizado  las relaciones laborales, generando inequidad y llevando gran tensión a las sociedad.

Lo cierto es que este neoliberalismo que iba a desbordar equidad, aseveraba que los servicios públicos sufrirían recortes momentáneos, para luego pasar a un plano de estabilidad y rentabilidad. Para el caso de Panamá, y de buena parte del mundo, este planteamiento no vio rentabilidad significativa en la educación pública. En el caso panameño la aplicación del planteamiento para el rubro de educación pública mantuvo la inversión anual presupuestaria por debajo del seis por ciento del PIB, independientemente de la existencia de una ley que así lo establecía, lo que redunda en la desmejora infraestructural del sector, más que evidente en la actualidad. Por otra parte, inició su ataque contra la asignatura de historia de las relaciones entre Panamá y Estados Unidos, logrando eliminarla del currículo de enseñanza media, bajo el pretexto de que ya se había recuperado el territorio y que el canal había pasado a manos panameñas, lo que la hacía innecesaria. El intento duró poco al restablecerse la asignatura en el 2015, luego de la presión de sectores profesionales de historia. Sin olvidar, como último arrebato que la Corte Suprema de Justicia en un acto antinacional declaró inconstitucional el artículo seis de la ley que la restituye y que obligaba a las universidades públicas y privadas a dar el curso, quedando las universidades públicas al frente de la responsabilidad nacional de asumir dicho curso para sus educandos, mientras el sector de enseñanza privada lo obvia en absoluto. Igualmente, sopesar el recorte presupuestal de este año a la Universidad, como parte de las intenciones neoliberales de desmejora a la educación pública, no está para nada lejos de ser una simple suposición.

Se pretendió erradicar de un plumazo la enseñanza de la lucha generacional de un pueblo que reclamó con dignidad la soberanía de Panamá en todo su territorio, desmemoriar a las futuras generaciones era la esencia de motivo; pero esa intención ya traía un precedente para ir allanando terreno, precedente que muchos hasta la actualidad pasan por alto y que es supremamente nefasto. Nos referimos, sin lugar a dudas, a la desmovilización que padecen los movimientos estudiantiles en los colegios públicos a partir de 1990, paradójico, pues es en la vuelta a la democracia que se censura al estudiantado hasta eliminar su orgánica, acallando así las voces que otrora eran parte de la conciencia crítica de la nación. No es de extrañar que, en las últimas manifestaciones por la educación, a diferencia de las décadas anteriores al 90, fuesen los docentes los manifestantes y no los estudiantes. El esquema contra el que luchan aquellos que aman la historia de este país queda claramente expuesto: desmemoriar a las futuras generaciones en tanto se desmoviliza al estudiantado en su beligerancia y pensamiento crítico. La primera intentona le ha pasado un revés al neoliberalismo panameño, en la segunda tiene una victoria parcial, pues la orgánica y beligerancia del estudiantado de las universidades públicas no ha muerto. Sus intentonas volverán a darse, queda en nosotros y en nuestros estudiantes volver a enfrentarlas.

¡Feliz día de los estudiantes y sus patrióticas luchas!

Instituto de investigaciones históricas. Universidad de Panamá.

7 Hay varios Likes:) Gracias...