Mulino y los Gringos, análisis de José Escobar.

Por: José Escobar 

Hoy en la mañana, en la conferencia de prensa semanal de los jueves, el presidente de la república, José Raúl Mulino, adoptó en forma un poco extraña, pero correcta una actitud firme en relación a la intromisión del embajador norteamericano y sus funcionarios en los asuntos internos que son de exclusiva competencia de los panameños.
A pregunta de un periodista acerca de las declaraciones del embajador de EE.UU. quien en varias ocasiones ha amenazado extorsivamente a diputados panameños y otras personalidades con quitarles las visas para que puedan visitar Estados Unidos, si apoyan de algún modo, posiciones políticas que Estados Unidos no desea, como las relaciones políticas, diplomáticas y comerciales con la República de China, tengo que admitir que el presidente estuvo asertivo, al expresar que había descubierto que funcionarios de la embajada andaban con esa práctica inaceptable y que de conformidad con nuestras constitución y nuestras leyes, Panamá, tiene tradición de mantener relaciones con todos los países que reconocen el derecho internacional y que nadie debe imponernos con quien nos relacionamos y con quien no.
Debo admitir que me causó extrañeza esa recuperación que, espero no sea efímera o momentánea, de la dignidad nacional y el rescate de nuestro interés nacional en materia de política exterior.
El Sr. Presidente señaló “He pedido en múltiples ocasiones que no arrastren a Panamá a un problema bilateral entre Estados Unidos y China”, y advirtió que esas no son las maneras de tratar con Panamá, refiriéndose a las prácticas de estos diplomáticos norteamericanos que se dedican a esta política de amenazas y extorsión, porque yo deseo mantener buenas relaciones con Estados Unidos, destacó, y esas practicas no son compatibles con una relación respetuosa.
“Lo único que aspiro es a un respeto” porque aspiro a construir relaciones bilaterales respetuosas, sostuvo el presidente.
Felicito al Sr. Presidente, por este destello de lo correcto y la retoma, tal vez, de la política de hacernos respetar para que nos respeten