Por Ramiro Guerra M. Jurista y cientista político.
Parte de la estrategia de los que apoyan a First Quantum, es vender la idea de que Panamá, no tiene los elementos para salir bien librada en un proceso de arbitraje propuesto por esta empresa.
Estrategia parecida que usó la empresa, para obligar al estado panameño, a su gobierno, a darle curso al contrato que violenta los intereses nacionales.
Federico Alfaro, a la sazón, ministro de comercio e industria, lo confesó y dijo que la amenaza de esa empresa de demandar por millones, influyó en la voluntad por parte del gobierno, para firmar semejante documento.
Aunque, aún sin esa presión, el gobierno estaba dispuesto a entregar la soberanía.
Ojo con esa visión apocalíptica de cara a los resultados de un arbitraje.
Veamos. Un peritaje que dé cuenta del daño que First Quantum, le ha causado al eco sistema, no hay manera de ponderarlo en dinero; ha sido un daño que raya en una catástrofe.
Además, el gobierno admitió que, el contrato estando en proceso de aprobación, la empresa se había adelantado a interponer tres demandas.
Todas estas presiones tienen un nombre, extorsión y chantaje para lograr su objetivo, que era el contrato, hoy ley 406 del 20 de octubre de 2023.
Además, un contrato que da forma a un enclave, que de acuerdo con cláusulas de ese contrato ley, viola la soberanía nacional.
Lo señalado son breves consideraciones, para que Panamá salga airoso de un arbitraje.
Hay otras consideraciones, como la que ese contrato ley, viola normas de la carta de la ONU y otros convenios, donde Panamá es signataria y que no pueden obviarse a la hora de formalizar un arbitraje que no puede desconocer los hechos.
Por todas estas consideraciones, lejos de amilanarnos y provocar desaliento, al adversario, no hay que dejarlo respirar.
Que la presión popular y patriótica le quite todo halo de aliento miserable. La lucha dejó de ser solamente jurídica, es esencialmente política.
El estado ha devenido en un estado sinvergüenza, cooptado por una aberrante mediación prebendaria que lo ha puesto en evidencia, al no defender los intereses nacionales y muy por el contrario, nos ha expuesto a servidumbre.
La derrota a la ley 406, es un golpe formidable a la corrupción y a todos los que le hacen daño a la patria, la cual Dios nos regaló y por eso la amamos entrañablemente.
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