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Las reformas electorales, acabaron con el diálogo del Bicentenario

Por: José Dídimo Escobar Samaniego

 

Hace un año atrás, el gobierno nacional lanzaba la propuesta de un diálogo nacional que se le impetró el nombre de diálogo del Bicentenario. Las intenciones parecían muy loables, pero en el camino muchos intereses minaron ese propósito, entre ellos las reformas electorales que debieron ser parte de un acuerdo nacional para salir del marasmo en que estamos y se impuso la falta de visión patriótica y los intereses mezquinos de los grupos de poder que hicieron de todo para que no cambiara nada.

Esto se convirtió en el golpe de gracia al diálogo del Bicentenario que, a un año debía haber logrado un gran acuerdo nacional de todos los panameños para que todos discurriéramos nuestros esfuerzos en un objetivo nacional compartido.

El Sistema Electoral panameño, continúa plagado y hasta agravado de serias y cuestionadas prácticas que resultan en el hundimiento, cada vez más profundo en un pozo nauseabundo de donde surge finalmente la ilegitimidad política, la deformación cruel de la democracia que termina en una caricatura en la que fingimos democracia, pero la misma solo es de apariencia.

Por ejemplo, si analizamos el actual sistema de financiamiento electoral tanto público como privado, resulta que el Estado asigna un cuantioso presupuesto electoral y se financia a los partidos políticos y aún a los candidatos independientes, pero se admite también el financiamiento privado, lo que resulta que las figuras electas al llegar a ocupar sus curules, se olvidan que representan a su circuito electoral, o a su partido como establece nuestra Constitución Política y ahora le devuelven el favor a sus financiadores, entregando la curul al servicio de quienes privadamente contribuyeron con su campaña. Este hecho desvirtúa el proceso electoral, adultera la representación popular y demuestra categóricamente que es incompatible el financiamiento político venido de dos fuentes distintas, porque en el ejercicio de la representación a una de esas dos fuentes será denostada o a lo sumo desconocida y sólo una reivindicada, pero con toda seguridad, entrado en conflicto intereses superiores, el pueblo será desatendido y los privados que financian, serán reconocidos. Eso es lo que demuestran los hechos. Además, por el camino el financiamiento privado, muy pronto el narcotráfico y los delincuentes corruptos en general podrán tener una amplia cuota de poder que su dinero sucio puede comprar conforme las actuales reglas del juego.

Ello explica, como es posible que se gobierne en muchos casos en contra del interés general, por satisfacer intereses privados que en nada se diferencian de aquella época en que los ingenios y otras empresas tenían a sus propios diputados en la Asamblea, presidentes de la República y alcaldes en los distritos.

No hubo entereza en la Comisión de Reformas Electorales cuando se siguió con un concepto laxo y caricaturesco acerca de la residencia y cambios de residencia, mismos que alteran gravemente con extraños electores la vida tranquila de comunidades interioranas, cuando el día de las elecciones amanecen buses de diferentes partes trayendo gente que altera, sin tener vida en ese lugar, pero eligiendo a quienes lo que sí viven allí, no respaldan, causando un serio perjuicio a pacíficos ciudadanos a quienes se les burla desde la institucionalidad electoral.

Así, por ejemplo, una diputada que no vive en Arraiján, sino en la ciudad de Panamá, se burla de los ciudadanos de ese distrito, y lleva representándolos varios periodos, sabiendo el Tribunal Electoral que, eso es una agresión a la dignidad de ese pueblo. Sin embargo, la cohonestan en su fechoría, lo cual lo convierte en copatrocinador de esa infamia. Tiene esa diputada, una fundación constituida con bienes públicos, y que administra bienes patrimoniales y dineros del Estado, pero no hay Contraloría que las audite, desafiando las Leyes del país y hasta la propia Constitución Política vigente. Lo mismo ha pasado y pasa en varios lugares del país, y el Tribunal, bien y usted.

En España, por ejemplo, se realizan elecciones y el Estado organiza un Tribunal de Elecciones constituidos por Tribunales del Órgano Judicial y terminadas las elecciones, este se desmantela hasta la próxima contienda. Existe en forma permanente una Oficina de Registro Civil que se encarga del registro de los hechos vitales, y España teniendo 48 millones de habitantes y más de 5 millones de extranjeros, cuenta con un Registro Civil casi de la misma dimensión que el nuestro, siendo nosotros menos del 10% de su población. Aquí se ha diseñado un Gran Tribunal, es decir, una gran burocracia, que se gasta cuantiosos recursos y nos hace un permanente cuento de democracia que no existe y que además es un hecho evidente, público, notorio e inobjetable.

Otro de los grandes desafueros en nuestro sistema electoral, son los llamados; circuitos plurinominales, mismos que han sido escenario para toda clase de chanchullos que deslegitiman al poder público y desvirtúan la democracia. No es posible que, con tanto adelanto técnico científico, de cartografía, y avances en materia de telemática o cibernética, no hayamos podido establecer el mecanismo transparente de constituir en todo el país, solo circuitos uninominales, a los efectos de acabar con la corrupción electoral y la costumbre de colarse a los puestos públicos por la rendija vergonzosa de los residuos y otras bellezas. Habiendo solo circuitos uninominales, es decir 71 en total, gana la curul de Diputado, el que salga más votado dentro del circuito, como debe de ser.

Otro de los hechos vergonzosos y poco trasparente que  envuelven al árbitro Electoral panameño, es una suma significativa de su presupuesto que, los asigna para publicidad y propaganda y se los distribuye graciosamente a los grandes medios de Prensa, radio y televisión, dilapidando valiosos recursos, que son parte de nuestro patrimonio, por lo cual, los medios agradecidos, los encumbran en alto pedestal a los Magistrados, pero como decía mi padre, que bonito es gastar lo que no nos cuesta, sino al sufrido pueblo panameño.

Aunque la Asamblea Nacional haya aprobado el actual adefesio jurídico que es la Ley Electoral vigente, queremos destacar que el sistema electoral panameño, debe ser objeto de un profundo debate en el marco de la Reforma Política del Estado que debería haber abordado el Diálogo Nacional del Bicentenario y que surgiera de allí, un acuerdo nacional para dejar atrás todo vestigio de chanchullos y corrupción, que nos persiguen como una tétrica maldición.

¡Así de sencilla es la cosa!

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