A Propósito De La Violencia Institucionalizada Y El Uso De Las Mentiras.
Por: Ramiro Guerra. Jurista, Escritor Y Cientista Político.
Lamentira tiene patas cortas, por más que corra, termina dándose puñetazos con ella misma. La fuerza y el poder de los hechos, la desnudan y se abre paso a lo que realmente ocurre en el país en materia de violencia de estado; es decir, el grado perverso, malvado y desprecio al pueblo, con que se ensaña la represión.
La fuerza pública, nunca va a aceptar, el exceso de fuerza bruta que ha venido ejerciendo contra los que se oponen a la ley 462, a la traición a la patria, al suscribir un acuerdo con USA, que propicia la instalación de bases militares, entre ellos una escuela de formación y sobrevivencia en la selva, lo mismo contra la vuelta y apertura a la actividad minera a cielo abierto y en especial, la mina de Donoso.
El ministerio de seguridad, al mando de quien fuera alto oficial de la fuerza de defensa, señaló que los militares no llevaban armas (pistolas) cuanto salían a reprimir. Sin embargo como explica la existencia de heridos, algunos de gravedad y hasta muertos por el uso de arma de fuego.
Lo de la suspensión de las garantías, resulta ahora que la tal operación Omega, estaba destinada a enfrentar las pandillas y con esta narrativa convirtieron a la provincia de Bocas del Toro, en un escenario de lucha frontal contra los trabajadores, los originarios y los educadores.
El gobierno dejó la impresión, que estaba echando cuento. Mas de 1500 unidades policiacas y resulta que es hasta ahora que sacan a flote que Bocas había sido tomada por las pandillas. Y aún más, los golpeados, heridos y arrestado, resultaron ser luchadores sociales. Algo en esto no cuadra.
No me trago la narrativa, que los originarios y obreros, fueron los autores de hechos propios de la delincuencia demasiado bien coordinada para poder justificar el exabrupto como respuesta.
La literatura en materia de inteligencia y seguridad, dan cuenta que los movimientos sociales, suelen ser objetos de penetración, para promover actos violentos y delitos, para después endosarlos, su autoría a los movimientos sociales.
Recién colegas abogadas, que han estado dándole asistencia legal a los detenidos y muchos de ellos sacados violenta e inhumanamente de sus viviendas, dan fe, de un nivel de saña y perversidad conque han venido conduciéndose las fuerzas públicas.
Este nivel de represión, nos recuerda la Escuela de las América. Los cursos de formación en el arte de la tortura, una doctrina de seguridad nacional, donde al cadete se le adoctrinaba a tener al pueblo los movimientos sociales, como enemigos de la democracia. ¿Cuál democracia?
La forma en que se venido conduciendo la represión, revela ese nivel de odio contra el pueblo.
Pero vamos al fondo, ese papel hoy de la fuerza pública, está íntimamente relacionado con una democracia que ha venido a menos y un estado de derecho, que de garantista y antropocéntrico no tiene nada.
El fenómeno de la criminalización de la lucha social, es un dato de la realidad.
Un ministerio público que actúa con pleno contubernio del poder político y la fuerza pública. Los jueces, pareciera ser la tónica, doblan la cerviz, guardan silencio y se vuelven ciegos, frente a los desmanes conque se conduce el poder político y los clanes del poder oligarca- financiero. Y es que aunque se han interpuesto muchos recursos, no se les ha dado respuesta expedita y algunos ha servido para cohonestar los desmanes, por lo cual estamos en completa indefensión.
La agenda político- social, ineludiblemente pasa por restablecer o recomponer la democracia de las élites y lo absurdo, lo mismo que hacer del estado de derecho, uno con apego a las garantías constitucionales y un ente donde se forje reales equilibrios sociales.
Lo reitero, donde la democracia solo es forma y el estado solo un instrumento para el control societario y lejos de las mayorías, difícil salir adelante en desarrollo.
El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
