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La era de Donald Trump en un contexto internacional caracterizado por conflictos, tensiones y cambios en el orden global

Donald Trump, como figura y fenómeno político, no solo representa un desafío para la democracia estadounidense, sino también un espejo para el mundo.


Por Rafael Méndez
República Dominicana

El regreso de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos marca un momento de gran incertidumbre para el panorama político global. En un mundo aún afectado por las secuelas de la pandemia, las tensiones geopolíticas y las divisiones internas en diversas naciones, su liderazgo plantea interrogantes sobre el futuro de la democracia y el orden internacional. Trump, quien ya había dejado una marca imborrable durante su primer mandato entre 2016 y 2020, regresa con una agenda que promete consolidar su legado, pero también con el potencial de profundizar las fracturas existentes.
La situación actual refleja un contexto internacional caracterizado por una creciente competencia entre grandes potencias, el auge del populismo y el debilitamiento de los foros multilaterales. En este marco, Trump retoma el poder con un enfoque que, aunque conocido, enfrenta nuevos desafíos y oportunidades. Su estilo confrontacional y su preferencia por una política exterior unilateral vuelven a poner en el centro del debate el papel de Estados Unidos como líder global.

El populismo como arma política
Trump emergió como un emblema de las democracias contemporáneas atrapadas entre el descontento social y la promesa de soluciones fáciles. Su lema “Make America Great Again” (Hacer a América grande otra vez) apeló a sectores que se sentían marginados por las élites y amenazados por la globalización. Sin embargo, su enfoque populista y su retórica confrontacional también sirvieron para alimentar la polarización interna y socavar la confianza en las instituciones democráticas.
A nivel internacional, Trump dio prioridad a una visión unilateral de la política exterior, abandonando acuerdos globales como el Tratado de París sobre cambio climático y renegociando tratados comerciales con una postura agresiva. Esta actitud reflejó un cambio hacia el nacionalismo económico que ignoró la interdependencia global y agravó las tensiones con aliados históricos y potencias emergentes.

Un nuevo orden mundial en disputa
El ascenso de Trump ocurrió en un mundo caracterizado por la emergencia de nuevos polos de poder. La rivalidad entre Estados Unidos y China se intensificó durante su mandato, mientras que otras potencias como Rusia buscaron explotar las divisiones en Occidente. En este sentido, Trump señaló un debilitamiento de los valores democráticos y de los foros multilaterales, como la Organización de las Naciones Unidas, que enfrentaron un creciente escepticismo bajo su administración.
El impacto de su liderazgo también se extendió a América Latina y otras regiones. Su política hacia Venezuela, por ejemplo, exacerbó las divisiones internas de ese país y reforzó una narrativa de intervencionismo estadounidense que alimentó movimientos nacionalistas. Al mismo tiempo, su postura antiinmigrante y la construcción del muro fronterizo con México enviaron un mensaje contundente de exclusión y aislamiento que influyó en el discurso político global.

La democracia en riesgo
El mandato de Trump también evidenció los riesgos de la desinformación y la manipulación mediática en la era digital. Desde cuestionar la legitimidad de procesos electorales hasta propagar teorías conspirativas, su administración puso a prueba los límites de las democracias modernas. Su negativa a aceptar los resultados de las elecciones de 2020 culminó en el ataque al Capitolio, un episodio que dejó en claro la fragilidad de las instituciones democráticas incluso en las naciones más consolidadas.
Este modelo ha sido replicado en otros países, donde líderes populistas han utilizado estrategias similares para perpetuarse en el poder. La polarización, el discurso de odio y la deslegitimación de las instituciones se han convertido en herramientas recurrentes que amenazan la estabilidad política global.

Reflexiones para el futuro
Donald Trump, como figura y fenómeno político, no solo representa un desafío para la democracia estadounidense, sino también un espejo para el mundo. Su legado pone de manifiesto la necesidad de reforzar las instituciones democráticas, promover el diálogo global y abordar las desigualdades que alimentan el descontento social. En un contexto marcado por la incertidumbre, es vital que las democracias se adapten a los desafíos del siglo XXI sin renunciar a los valores de inclusión, justicia y respeto mutuo.
La era de Trump nos deja una lección crucial: la democracia, aunque imperfecta, es un sistema que exige vigilancia constante y compromiso colectivo. El mundo está en un punto de inflexión, y las decisiones que se tomen en los próximos años determinarán si se reafirma un orden basado en la cooperación o se profundizan las divisiones que amenazan con fragmentarlo.

. RAFAEL MENDEZ. –Periodista-República Dominicana. Ex presidente del Colegio Dominicano de Periodistas. Pasado Secretario General de los Sindicato Nacional de Periodistas Profesionales y del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, así como miembro de los Consejos Directivos de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) y de la Organización Internacional de Periodistas (OIP). Político, ex diputado durante 14 años.
Correo: rramendez@hotmail.com

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