
Por Ramiro Guerra.
Jurista, Escritor Y Cientista Político.
Por la forma en que te conduces en un debate, se percibe la calidad de contradictorio del cual te vales para subestimar y despreciar a tu interlocutor.
He visto en las redes, como se conducen funcionarios de alto nivel, al cuestionar los que se oponen a las políticas de las cuales se vale la gobernanza para satanizar a los que sencillamente se valen del disenso y la crítica contra la ley 462, el memorándum de acuerdo relativo a la presencia militar norteamericana en nuestro territorio y también lo pertinente a la mina de Donoso.
Observé hoy, al contralor atacar y referirse al rector de la Universidad de Panamá, con una serie de adjetivos que ponen en duda su capacidad para dirigir a la universidad. Fue tan lejos que le pidió al Rector que renunciara. Ese señor no conoce la universidad y su desarrollo científico. Ese contralor, habló como policía y retractó de la universidad, Copiándose del discurso de su jefe, el presidente, tildó a la U, de guarida de terroristas.
También leí lo que un diputado escribía en relación al abogado José Luis Galloway. Dijo que era un defensor de un criminal, abogadillo aspirante a presidente, defensor de Saul Méndez etc… No deseo mal a nadie, ojalá ese diputado no tenga que estar en el banquillo de un acusado, para darse cuenta que el derecho a la defensa técnica es un derecho fundamental y humano.
La lista es larga; funcionarios que se creen que el poder es eterno. Cuando le cae la justicia, lloran como niños engreídos.
Vamos al tema de fondo.
La represión cruel por parte del gobierno, evoca a militares y policías, manejando manuales de represión e inteligencia y contra inteligencia, aprendidos en la vieja escuela de las Américas que antes tuvo su sede en Colón.
Lo de Bocas del Toro, no es simplemente obra de pandilleros. Como bien lo señala el Dr. Silvio Guerra, estos organismos de inteligencia, dejan entrever que el estado de sitio, era para capturar pandilleros y terroristas.
El pueblo bocatoreño, sus dirigentes, daban cuenta de una claridad en torno el por qué la necesidad de derogar la ley 462. Sus proclamas patrióticas hablan por sí mismas.
Escucho a oficiales de la policía, altos comisionados y al señor ministro de seguridad y dejan entrever que, el estado de urgencia, les resultó una licencia para incurrir en cuanto tropelías se les vino y viene en gana.
El estado de urgencia, no puede usarse para violentar la dignidad humana, irrumpir violentamente en residencias para arrestar y todo lo que en sociedad civilizada, no debe ser tolerado ni permitido. Llegaron al extremo de suspender el instituto del Habeas corpus y desconocer una norma de tutela de la libertad.
Como bien lo señala, el Dr. Silvio Guerra, esa norma, la 55 de la constitución, sobre el estado de urgencia, fue urdida en España, Italia y Alemania, propia de un procesalismo al extremo inquisitivo, orientada por posturas fascistas que se establecieron en la primera mitad del siglo pasado.
La moderna doctrina constitucional, considera los estados de excepción, vía suspensión de garantías fundamentales, un adefesio de la ideología fascistas y por ello antidemocrático.
En Latinoamérica, el trabajo de violentar la realidad, es obra de inteligencia de los estamentos de la fuerza pública; contrabandear agentes para ese tipo de trabajo, para después endosarlos al movimiento social – popular. Construyen narrativas que la prensa amarilla vende y no pocos idiotas caen en esa trampa.
Hoy por el mundo, circulan por las redes, muestra de la inhuma represión contra los educadores, originarios y sindicalistas. Comunidades de originarios bombardeadas a diestra y siniestra. Heridos y golpeados salvajemente.
Históricamente, otra vez la oligarquía desde el poder, reedita situaciones vividas en 1960. La huestes de la guardia nacional en aquella ocasión, la represión estuvo a la orden del día.
Mujeres golpeadas y atropelladas por convertir el parque de Armuelles, en ollas comunes de solidaridad para el movimiento de los obreros de la bananera. El batallón de los pumas, transportados desde la ciudad, para acabar con la huelga.
Lo de hoy, guarda similitudes con el movimiento obrero y su huelga de 1960. Pero lo que estamos viviendo hoy, es propio de un ejército pretoriano, que no repara en la persona humana, su dignidad.
Panamá hoy respira patria, solidaridad humana, lucha por la libertad, la soberanía y la existencia con dignidad y decoro.
Bien lo escribía un amigo, ustedes los panameños están bajo el yugo de un terrorismo de estado.
Hoy la lucha por restablecer el estado de derecho y la democracia de ciudadanos, constituyen el pan nuestro de cada día.