Editorial

Si separamos la política del derecho y observamos el evento con ojos críticos y no emotivos, tendríamos que concluir en que, en efecto, hubo traición por parte de los mandos castrenses y sí hubo el rompimiento del orden Constitucional por parte del Congreso peruano.

Por qué?

1. Castillo es el presidente legítimamente electo.
2. A Castillo están, por Ley de la República, supeditados todos los estamentos y poderes.
3. Castillo emite un Decreto, que de iure y de facto, ya es de obediencia.
4. A posteriori, el Congreso emite otro orden revocando la ya establecida, pero lo hace su defensa, con lo cual viola el mandato del presidente, el cual expone en su discurso las causas reales de su actuar, como mandatario constitucionalmente electo.

Si se observa, ya había una normativa promulgada, la que el ejército ignoró y no siguió, o es el ejercito un ente supranacional con poderes por encima del presidente electo?

Los análisis se hacen libre de emociones, y apegados al derecho si realmente deseamos saber de qué lado esta lo correcto de lo injusto.

Ahora, si detestamos a Castillo, por ser, indígena, no tracalero, de color, campesino ingenuo, inocente y poco preparado, es lógico que estaremos apoyando al Congreso, pero si estamos desapasionadamente con el estricto derecho, estaremos del lado de Castillo, se estará bajo la tesis de que su actuar no fue al margen de la Ley y el derecho.

Como juristas, nos colocamos con el derecho y, este indica que, en efecto si Castillo emitió un decreto, una orden de hacer, como primera autoridad constitucional del Perú, era lo que el ejército debió apoyar y no lo que unos cuantos generales de sus partes pudendas se les antojara o que se sientan complacidos en servirle a la oligarquía como ha sido su costumbre a lo largo de la historia de ese hermano país y ha quedado en evidencia que, se rebelaron y el alto mando se negó a proteger el fluido del mandato constitucional que pesaba y pesa en manos del presidente, lo cual los hace también culpables del estado de conmoción que actualmente se vive allí, y son responsables penales por las muertes de inocentes civiles que supuestamente atentan contra la paz del país, siendo ellos los verdaderos autores junto al congreso de despelote y ahondan cada vez más y cada minuto en que no haya una salida sensata el hueco de la desgracia de ese país hermano.

Se repite el escenario boliviano, de hace tres años atrás, muchos argumentaron que no era golpe de Estado, hoy día, sin embargo, Jeanine Áñez Chávez, está cumpliendo condena.

Indistintamente de que sea Castillo de izquierda o de derecha, aquí lo que nos debe llamar la atención es si, el actuar de Castillo fue correcto o incorrecto, si el Congreso actuó en derecho o por motivaciones políticas de intereses espurios.

Lo de izquierda y derecha es un aderezo que se usa para distraernos del verdadero meollo del asunto.

La cuestión aquí, es la de determinar, sin pasiones, donde esta lo legal de lo ilegal.

Si el jefe de Estado, o Jefe del Gobierno, dicta o profiere una decisión, en este caso, «disolver el Congreso», estos de hecho quedan espurios de proferir resoluciones o dictaminar normativas, por cuanto ya están ilegales, disueltos e inexistentes y toda resolución y acción emitida a posteriori, es ilegal, si hablamos en estricta aplicación de las normas jurídicas. Ahora, si el asunto es enfocado, únicamente, en el ángulo de la política, tendremos entonces que el Golpe de Estado provino del Congreso, no de Castillo.

Ahora, que, si es tonto, que si es comunista, es cristiano, ateo o es de derecha o de izquierda, no es en lo que nos enfocamos, pues bien hubiese sido del partido que sea, los criterios jurídicos serán los mismos.

Este enfoque que hacemos es la respuesta a una serie de argumentos espurios y sin sustento jurídicos que hacen en distintos medios y las redes sociales.

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