La conspiración contra la Descentralización y la desconcentración del poder público en Panamá

Por: José Dídimo Escobar Samaniego

En los últimos tiempos, la experiencia o por lo menos la intensión en Panamá y la región latinoamericana era, lograr en lo posible, la transferencia de facultades y competencias del Gobierno Central y de los recursos del Estado a las instancias descentralizadas y para ello en Panamá se desarrolló la Ley 37 de 29 junio de 2009: llamada Ley de Descentralización de la administración Pública.

Esta Ley era una deuda vieja que tenían los gobiernos con respecto descentralizar las decisiones y desconcentrar el poder público, que centralizaba absurdamente, hasta medidas disciplinarias de funcionarios municipales y provinciales en el Presidente de la república. No puede existir una democracia robusta sin desconcentración y descentralización del poder público y la toma de decisiones en los diferentes niveles, especialmente en el poder local, en donde los ciudadanos pueden ejercer directamente el poder que la Constitución política les otorga.

Esta Ley tenía el objetivo general de garantizar la realización del proceso de descentralización de la Administración Pública mediante el fortalecimiento de las capacidades, la transferencia de recursos necesarios a los gobiernos locales y la coordinación proveniente del Gobierno Central de la inversión Pública. En ese periodo en que se aprobó la citada Ley, se hacían consejos consultivos provinciales para que la gente determinara cuales podrían ser los programas y planes de inversión por provincias con los recursos provenientes del aporte directo del Canal de Panamá a las finanzas públicas.

Inmediatamente se instaló en Panamá el gobierno de Ricardo Martinelli, el 1 de julio de 2009, en virtud de la reforma constitucional o acto reformatorio de 2004, el gobierno que se instaló en ese momento, congeló la aplicación inmediata de la Ley de descentralización, así como simultáneamente se desmanteló todo lo que en transparencia se había avanzado en materia de contratación pública y nos sumergimos en el tenebroso mar de las contrataciones directas.

No obstante, el gobierno del PRD que ascendió el 1 de julio de 2019, lejos de rescatar los avances que, en materia legal se habían logrado con la Ley 37 del 29 de junio de 2009, ocasión que, me tocó ser secretario en el pleno de la Asamblea Nacional en esa aprobación, en una suerte de entelequia el actual gobierno ideó la manera para, no solo distanciarse de esa norma abandonada a su suerte, una década atrás por dos administraciones consecutivas, sino que, procedió a concentrar en el Órgano Ejecutivo una serie de funciones que antes pertenecían a los ministros de Estado y a los directores de las entidades autónomas y semiautónomas. Es decir, caminamos hacia atrás y este ejecutivo le dio, en consecuencia, un golpe mortal a la Ley de descentralización.

Así se nombró en la presidencia de la república una Comisión de nombramientos que por concentrar esa función, no pudo en tiempo oportuno satisfacer los nombramientos que eran necesarios con las personas adecuadas, porque quienes decidían tales hechos, desconocían en la práctica la realidad objetiva de cada caso y esto vino a ser un fracaso estrepitoso de esta administración que, mal asesorado por aquellos que les gusta determinar alegremente los caminos de los demás, sin tener méritos para ni siquiera caminar solos, terminaron atascando al Estado y llenando a las instituciones públicas con funcionarios que llegaron a las mismas, satinados o desorientados y haciendo aún más pesada la acción paquidérmica del Estado.

Si a la falta de Desconcentración del poder público que es distribución de las competencias y funciones de las Entidades Públicas hacia los órganos bajo su dependencia y la ausencia de la descentralización, se le agrega en rampante clientelismo que ahoga la democracia nuestra, y la generalizada corrupción que campea tanto en el sector privado como el público, las esperanzas de adecentamiento y una auténtica democracia, se alejan dramáticamente de entre nosotros.

¡Así de sencilla es la cosa!

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