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GOBERNABILIDAD Y GOBERNANZA CON GRAVE CRISIS DE LEGITIMIDAD SOCIAL.


Por Ramiro Guerra M.
Jurista, escritor y cientista político.

 

Existen principios que dan cuenta de que la gobernabilidad camina bien. Entre ellos, destacan la transparencia, la democracia con participación, los diálogos y los consensos, entre otros como la capacidad de gobernar, haciendo énfasis en la persuasión y menos en la represión; como tampoco en el uso recurrente de la violencia de estado.

Desafortunadamente, el país, la sociedad tiene hambre de democracia y en rigor un eficaz estado de derecho.

En un ambiente donde el estado, el poder político se ejerza de los principios señalados, habrá mas equilibrios en la relación estado- sociedad; política y sociedad, no se dan puñetazos y predomina una relación de armonía.

Desafortunadamente, la realidad tiende a sumergirse en agudas contradicciones, que provee un escenario de graves conflictos sociales.

Un régimen que le resbala su grado de aislamiento del grueso de la sociedad civil organizada, ineludiblemente tiende a padecer en el fenómeno de las tentaciones autoritarias, puente que lo conduce al recurso de un autoritarismo, del yo mando o me escogieron para mandar.

La ciudadanía es reducida a su mínima expresión.

No se requiere mucho esfuerzo de análisis para entender, que el poder político, la gobernanza fue comprometida en su legitimidad, recién se instalaron las nuevas autoridades, al señalar que se debían a la empresa privada.

En democracia, un elemento de buena gobernabilidad, es el mayor grado de legitimidad con que cuente. Es fuente de falta de equilibrio y también de falta de empatía con la población.

Estamos viviendo un proceso, donde la hegemonía de las élites del poder económico, tienden a recurrir cada vez más al terror, la manipulación mediática y la mentira y de instauración de un ambiente de desinformación. En ese sentido se sirven del poder político, que consideran de su propiedad.

Un fenómeno interesante, la realidad arriba señalada, ha creado las condiciones subjetivas para un protagonismo de masas, que en el plano reivindicativo y político, gana las calles y coloca al pueblo, a sectores estratégicos de la sociedad civil, en la vía contraria, para revertir lo que se presenta como una escalada de la derecha, la patronal, la oligarquía.

Justo reconocer, que la marcha del 20 de febrero, multitudinaria (ciudad de Panamá, Coclé, Veraguas, Bocas del Toro y Chiriquí), a nivel nacional, de seguro que tenderá a agravar la débil legitimidad social, con que el poder político llegó al poder.

Hay una luz intermitente que anuncia peligro. El rofeo,la soberbia, la extorsión, la judicialización de las luchas sociales, elevándola a delitos, viene indicando que este método de ejercer el poder político, tenderá a mayores desequilibrios.

Por los lados del poder político, las contradicciones e incoherencias están a la vista. Tiende a quebrar puentes y aliados de camino, tenderán a alejarse.

En todo estos escenarios, sólo el pueblo tiene el poder para revertir la canallada de derechas y oligarcas. La unidad es fundamental. Sumar y sumar más actores sociales .

El activismo de las masas, hoy es una necesidad. No hay de otra.

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