El país conecta de manera sincronizada dos contradicciones fundamentales: 1. La defensa de la soberanía nacional y 2. la lucha democrática- reivindicativa que tiene como eje la no privatización de la Caja de Seguro Social y el uso de sus reservas por manos privadas. Son dineros de la clase trabajadora.
Tengo críticas contra el movimiento popular y la izquierda, de la cual me siento parte.
Sin embargo, hay que tener autoridad moral para criticar a los que consecuentemente hacen la defensa del país y del pueblo, en el contexto de las dos contradicciones principales arriba señaladas. Como dice un viejo adagio popular, «el que no ayuda que no estorbe».
Muy cómodo la crítica que desde el confort de sillas mecedoras, ven pasar a los heridos frente a ellos y guardan silencio frente a la brutal represión.
Justo reconocer, que los trabajadores de la construcción, su dirigencia, lo mismo que los educadores y gremios médicos, son los que ponen el pecho, de cara a frenar los desafueros de los clanes de la oligarquía y un gobierno que ha confesado que es de la empresa privada.
Imaginemos que sucederá en nuestro país, si el gobierno y las élites del poder económico, salen airosos de estas coyunturas. Eso equivale o se traduce en una gobernabilidad como la vivida en los tiempos de la patria boba, el dominio pleno de la oligarquía sobre el resto de la sociedad.
Justo entonces, reconocer el carácter progresista y democrático, de las acciones y el protagonismo de las organizaciones, que vienen dando la lucha, para revertir el poder de estas fuerzas reaccionarias.
Como dice el dicho, por mirar los árboles, nos perdemos en el bosque y terminamos llevando agua para los molinos de la oligarquía y su organizaciones empresariales .
Cuando se trata de definiciones, hay que estar claro: jugar a ser o no ser.