Por Alejandro Román
El propósito es ir en contra de los privilegios mal habidos y de la forma corrupta e impune de hacer negocios y de enriquecerse a costa de Panamá y de los panameños. Se trata de producir riquezas y que llegue equitativamente a todos, aunque no necesariamente en la misma proporción, sin importar el emprendimiento y el sacrificio personal. Al menos, debe procurar una vida digna para todos. En esto radica su mejor defensa.
Una cosa es que estemos de acuerdo con que se aplique todo el peso de la ley a quienes sean culpables de atentar contra la vida y seguridad de los demás, sean policías o manifestantes. Otra cosa es que nuestro repudio sirva para descalificar y frenar las protestas en contra de quienes nos roban sin misericordia e impunemente el presente y futuro de todos; e imponen medidas inconsultas.
Que nuestro repudio sirva para desviar la necesidad de aplicar la misma cobertura y el mismo ímpetu en contra de los culpables de los grandes escándalos, afirmando que el escarnio público es suficiente. Lo más triste es que los muertos, lesionados y encarcelados los pone el pueblo. Los manifestantes y policías son parte de él.