Por: Gonzalo Delgado Quintero
Omar Torrijos Herrera creó el Partido Revolucionario Democrático (PRD) para darle oportunidad política a los humildes, a los de a pie, pensando en ese liderazgo natural que únicamente nace en las entrañas del pueblo, pero que muchas veces es ahogado por la sevicia de los poderosos.
En los tiempos transcurridos después de la muerte de Torrijos, con excepción de muy pocos, una gárrula de maleantes y ramplones se han convertido en los caciques del partido y lo único que hacen es enriquecerse más cada día, mientras que, precisamente, esa misma gente de a pie sigue descalza, desamparada y sin oportunidades. El PRD surgió para transformar el país y por tanto, es necesario ganarse nuevamente la confianza del pueblo en general, de lo contrario y como van las cosas, nuestro fracaso electoral en el 2024 será catastrófico y fatal.
En los próximos días se llevarán a cabo las escogencias de las nuevas autoridades. Es una oportunidad de oro para enrumbar la nave hacia puerto seguro. Un golpe de timón para redirigir el barco y no estrellarnos con los arrecifes del despropósito politiquero. Esa nueva guía para el cambio está en las manos de los 4,200 delegados a nivel nacional.
Para lograr ese cometido de salvar la nave, nos imponen las circunstancias adecentar e imponer una nueva forma de dirección; algo que no se puede hacer repitiendo los mismos errores. Bien lo decía Albert Einstein: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Por ejemplo, en el actual Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRD, hay que hacer algunos cambios. Quizás no a todos, pero si es necesario reemplazar a quienes durante tres años, no han hecho nada.
Hay miembros del actual CEN que son Ministros de Estado y otros diputados que no han contribuido absolutamente en nada. En gran medida, todos sabemos quién es quién; por tanto, en ese CEN quien repita debe ser porque le asiste la verdad que solo es posible demostrar con hechos y por el contrario, nada tiene que hacer y no debe repetir quien nada ha hecho. Esa es la primera tarea de los delegados para poder enderezar al PRD.
A final de cuenta, esto no es ir a buscar mediaciones políticas con ningún maleante, sino de arrebatarles a esos ladrones lo que se han estado robando durante muchos años y devolverlo al pueblo. Aquí no se puede tener tratos con delincuentes. No se puede hacer conciliaciones con quienes le han tratado de quitar incluso la dignidad a los torrijistas de base, ofreciendo bajo cuerda y vergonzosamente dinero para intentar comprar conciencias. Eso lo deben tener claro los 4,200 delegados quienes tienen sobre sí, la mirada atenta de los 700 mil miembros que votaron por ellos y del propio pueblo.
El autor es periodista y escritor
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