El Contexto Político En La resquebrajada Realidad De Conato

Lic. Víctor Collado S.

Si hubiese que cotejar la emergente realidad jurídico- política de CONATO con una figura geométrica, selecciono la del hexágono porque tiene los ángulos suficientes para ubicar a los distintos actores que tienen relación e incidencia en el tema.
Empezando por donde se debe, se cita la impronta del gobierno en turno por razón de haberse declarado abiertamente empresarial, al que sólo le preocupa e interesa la suerte del sector privado.
A partir de su auto caracterización, el Ejecutivo ha dispuesto de resortes para ejecutar sus acciones como las de garra estilo «mete miedo», ya ensayadas y, seguidamente, aquellas de refinadas mediaciones a fin de disfrazar sus feroces decisiones con el uso de autores principales, secundarios y de reparto, en cuya cartelera tienen a disposición a los aprovechadores como a lúmpenes.

Sobre las acciones «mete miedo».
1. La primera conducta de Mulino fue la de desaforarse con agresiones verbales y amenazas veladas contra todo lo que respirara o se moviera en su contra, sin excluir a uno que otro de sus aliados.
En el evento que no prosperaran sus embestidas, calculadamente bien divulgadas, siempre le ha sido factible, recurrir, como efectivamente lo hizo, a medidas sutiles o descaradas capaces para convencer a los testarudos o despistados.
2. En el programa del ejecutivo hay un ensañamiento especial contra el sector social, y especialmente con las organizaciones sindicales. En este terreno se utilizó, sin que hayan sido descartadas, la persecución institucionalizada de los Fiscales y el juzgamiento a cargo de los jueces del Sistema Penal Acusatorio, jugando a varias bandas para los efectos inmediatos: a) paralizar a las organizaciones desmoralizando y disuadiendo a la dirigencia nacional a propósito de su beligerancia y activismo, y b) creando estorbos a la funcionabilidad de los Sindicatos a través del Mitradel y otros despachos oficiales con respecto a las asociaciones análogas y/o similares.
Sin embargo, y por mucho que quisiese evitarlo, el gobierno requiere, le conviene y necesita un interlocutor que le permita deducir algún grado de legitimidad en el País, pese a que los intentos en esa dirección sean o resulten vanos, y porque, para otro fin, lo ayude a restaurar su imágen internacional, aún en el caso costoso de una ciclópea tarea de esa envergadura.
Para este impulso oficialista, el sr. Mulino se habría convencido de haber logrado «limpiar la mesa» con las ejecutorias de «mete miedo» a trocha y mocha contra sus opositores más beligerantes. Pero debiendo y teniendo que cubrir ese espacio en blanco para cerrar el círculo, debió plantearse, como mínimo, 2 opciones: inventarse una organización obrera a su gusto y semejanza, con toda la grosería que iba a resultar encubrir semejante criatura o utilizar una instancia preexistente y de trayectoria conocida que, a su vez, le pueda permitir el rodaje de una imagen que le mantenga en resguardo, su desvergonzada intervención en este affaire.
Y es aquí cuando aparece la única organización sindical creada por Ley, es decir, el CONATO.
Tomarse CONATO, como se decidió, a través de organizaciones blandas y ajenas a la estructura y funcionabilidad de esta organización sindical, fue posible porque el oficialismo supo exprimirle el jugo suficiente a la tendencia crematística y de exposición mediática de algunos personajes con puestos en la dirección de organismos renovación, lo que se hizo fácil con la fanfarria propia de la otrora decadencia del sistema imperial romano, reeditada con el espectáculo pregrabado de pan y circo (reparto de los fondos del 5%), y con las guirnaldas de medias verdades.
Este hecho coincidió, desafortunadamente, con errores de procedimiento de la dirigencia de CONATO y a su lenta e inexacta comprensión de la realidad política que se venía encima a partir del ascenso al poder político del sr. Mulino, con todo y saberse la naturaleza y alcance de sus fuerzas aliadas.
Con todo y el déficit anotado, a pesar de la buena conceptualización sobre la realidad nacional, no siempre las acciones del Colegiado, en su conjunto, coincidieron con su razón de ser.
La toma de CONATO implica el aplazamiento del invento de una organización sindical paralela a CONATO pero suficiente para subir el telón poniendo al descubierto la genuina intencionalidad del oficialismo. Porque al gobierno no le interesa, necesariamente, silenciar a las organizaciones; quiere que éstas hablen y actúen acorde o en favor de sus políticas. No tiene que prohibir, explícitamente, las protestas; las permitirán en tanto remen hacia los objetivos del poder. Las bases de los trabajadores no les generan, por sí mismas, zozobras especiales; le bastara moderar, en una relación de dependencia vertical, a sus cantalantes notorios y favoritos.
Si alentaron el reacomodo a lo interno de los miembros de CONATO es porque quieren redireccionar su papel en función de los planes del gobierno, pero no dudarían en reemplazar lo hecho para retomar el invento de una organización sindical paralela, si los bienmandados permiten ser colocados a nivel de una opacidad e inoperancia prematura.
Para que todo lo anterior sea posible y se consolide la resquebrajada situación jurídico-política de CONATO, la Ley no es problema para el oficialismo; el «quid pro quo» es el poder para hacerla decir lo que convenga o se requiera en cada momento determinado.
Esta crónica indica, pese a la descarnada realidad, que no se ha escrito y está lejos de redactarse, el epílogo de la historia en curso. Siguen en espera otras reflexiones para seguirle los pasos a la complejidad del contexto político y dentro de éste, la particular realidad de CONATO en el entorno general del movimiento sindical.
No están dadas las condiciones para izar la bandera de la vulgata latina «consummatun est», para fortuna y dicha de la inmensa mayoría del sector sindical, porque falta bastante y mucho por ver, decir y hacer.