Mientras no cambiemos nuestro chip político, no cambiará nada en Panamá.
Nos creemos gobernados, no mandantes.
Y el presidente se cree gobernante.
El pueblo no sabe que tiene poder.
Allí yace, hace un par de años una muestra de nuestra democracia.
Ha sido la mala distribución de las riquezas la que ha ocasionado un enfrentamiento entre clases.
No ha sido la izquierda la que ha levantado al pueblo.
Ellos nunca han ganado una elección. Panamá tiene otra idiosincrasia.
Pero no por eso debe imperar la desigualdad, que perjudica a la propia clase que la aupa. Es la falta de justicia la que ha enrarecido el clima de paz que debe imperar, porque sabido es que sin justicia, la paz es solo una ilusión.