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¡Colonia canadiense No! 

Por: Carlos Ochoa E. 

Minera Panamá, cuyo verdadero nombre es First Quantom Minerals Ltd, de capital canadiense, es una empresa dedicada a la explotación de minas, alrededor del mundo, tiene operaciones en todos los continentes y una historia de más de 20 años en las citadas operaciones. Pero no solo explota yacimientos de minerales, igualmente explota a las naciones y sus trabajadores, gasta miles de millones de dólares al año en publicidad, se puede creer ingenuamente que es más humana y caritativa que la Madre Teresa de Calcuta. Esta historia colonial de robo, atraco y estafa, comienza justamente en 1997, a tres años de la desaparición de la Zona del Canal. 

Después de siete décadas de lucha para lograr eliminar el enclave colonial, precitado, y constituirnos en una nación soberana y dos décadas de recuperación paulatina de los bienes de la zona canalera; al pueblo le salto la “liebre”, mejor dicho, las aves de rapiña y se quedaron con el santo y la limosna y al pueblo poco o nada le ha tocado, salvo algunas migajas. Y como si fuera poco, faltando tres años para sacar la última estaca colonialista, comienza a gestarse una nueva colonia, pero esta vez en el distrito de Donoso, provincia de Colón; la actividad minera en Cerro Petaquilla y zonas aledañas. 

Se hace cuesta arriba entender porque ningún gobierno he intentado meter en cintura, a las anteriores mineras, ni a la actual, que actúa con toda impunidad en el terreno concedido para la explotación minera, todas las autoridades guardan un silencio asombroso, frente a las actuaciones de la empresa First Quantom Minerals, conocida como Minera Panamá. Guardadas las proporciones, con la ex Zona del Canal; es una colonia, donde ninguna Ley panameña tiene valides, al grado que ni la licencia de conducir vehículos es válida, ni hay autoridad panameña alguna donde se mueven diariamente alrededor de unas 7 mil personas, según datos de la propia empresa. 

La minera está ubicada, precisamente sobre el Corredor Biológico Mesoamericano, por lo tanto no se debe desarrollar ese tipo de explotación o actividad industrial y económica de alta contaminación ambiental. 

La concesión es sobre una superficie de 13,6000 hectáreas, equivalente a 136 kilómetros cuadrados, casi tres veces el tamaño del distrito de San Miguelito. En 2018 se crea el distrito Omar Torrijos Herrera, segregado del distrito de Donoso y se le otorga una superficie de 198.6 Km2. De estos, 136 Kms2 pertenecen a la minera de marras, dicho más claro, el distrito Omar Torrijos Herrera, solo tiene injerencia en 68.6 Km2, el resto es territorio colonial al mejor estilo. Un distrito creado a la medida de la Minera Panamá, la cual es dueña del 66 por ciento de la superficie del distrito; que, para afrenta, lleva el nombre de quien liderizo la lucha anticolonial del pueblo panameño. 

Hay un largo y enmarañado camino recorrido desde 1997, cuando se inicia la operación minera, hasta la fecha; el contrato del Estado con la minera fue demandado como ilegal en 2008 y diez años después, la Corte Suprema de Justicia lo declara inconstitucional. No hay que ser abogado para saber el pronunciamiento de la Corte. La empresa opera fuera de la Ley y punto. Cuatro años después del fallo, sigue operando de manera ilegal y haciendo de las suyas. El nuevo contrato, leonino, por cierto, sigue durmiendo en alguna gaveta del Órgano Ejecutivo. 

A la fecha, nadie sabe cuántas personas enfermaron y/o murieron de Covid en la minera de marras, tenía sus propios protocolos de salud y aún los tienen, personal de salud a sus órdenes y medicamentos sin registro sanitario panameño, Para entrar a los terrenos de la minera se requiere autorización de la empresa, los que cuidan, más que agentes de seguridad son una auténtica policía pretoriana, allí no entra un solo policía panameño sino tiene autorización de la gendarmería minera. 

El Código de Trabajo panameño, allí es letra muerta, tienen sus propias leyes laborales y su propio sindicato. De los colaboradores, hablan de 7,600 y en ocasiones dan otras cifras; se habla que son más los extranjeros que los nacionales que allí trabajan, y de las condiciones laborales no sale ni humo. Si bien se dice que extraen cobre, oro y molibdeno, los que allí trabajan saben que se extraen otros minerales, no hay autoridad panameña que supervise que se extrae, ni la cantidad extraída, Tampoco hay autoridad panameña que sepa que sale realmente por el puerto, ni que entra por allí. 

Cuando nos llega la variable, omicron de la Civid-19, fue un secreto a voces, que nos las trajo un alto ejecutivo de la minera que venía de África y no pasó por los protocolos del MINSA. 

Es interesante conocer la historia de esta empresa, First Quantum Minerals Ltd, en los países africanos donde opera desde hace años, acusada no solamente de violar los derechos de los trabajadores, inclusive se le acusa de violaciones de derechos humanos y evasión fiscal, entre otras tropelías. Pero para ocultar sus atropellos cuenta con una maquinaria publicitaria poderosa que gasta millones de dólares al año, en nuestro caso, millones que descaradamente roban al pueblo panameño. 

Durante los últimos años de la lucha para eliminar el enclave colonial, llamado Zona del Canal, cantamos con mucho patriotismo la canción de Luis Bejarano “Lucho”, que dice así: Colonia Americana no… Hoy con mucha razón debemos y tenemos parafrasear y gritar; ¡Colonia canadiense no!. 

Los datos sobre Minera Panamá son muy imprecisos y poco confiables, unos pocos no dicen la verdad porque están al servicio de los intereses de la empresa y otros los invade el temor a ser destituidos, si denuncian los atropellos que a diario viven y, los menos, sobornados, o chantajeados miran indiferentes o complacientes lo que ocurre en la colonia. Y las autoridades, si las encuentra entre 7 mil personas las saluda de mi parte. 

El autor es Sociólogo y profesor de Geografía e Historia. 

 

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