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Cambiaron todo para que nada cambiara.|

Como era de esperarse, todo terminó en un gran adefesio.

 


Por: José Dídimo Escobar Samaniego

Con el veto presidencial del artículo 227 del proyecto de Ley que contiene la “Reforma Electoral” que se refiere a las onerosas multas a cientos de ciudadanos que osaron ser candidatos independientes o son de origen humilde y no tuvieron novedades qué informar sobre donaciones y como escarmiento y para que no le queden ganas de participar como candidatos más nunca, los sagrados magistrados del Tribunal Electoral, les impusieron una sanción administrativa de tres mil balboas, que en pandemia se convierte en una suma muy pesada, impuesta con un espíritu sancionador casi olímpico como perverso. Ese es el único artículo que a la presidencia le pareció inconveniente.

En la ley reformada, nada se toca respecto a lo que tiene que ver con el clientelismo, grosero, rampante, que ahoga y asfixia la más elemental imagen y apariencia de democracia electoral. La pureza del sufragio ha quedado a la intemperie, esperando tal vez que, haya una verdadera reforma profunda del Estado para que sea reivindicada la dignidad humana, del basurero en que la han sometido los que compran conciencia y el voto con toda clase de artificios y terminan denigrando, sobre todo, a los más pobres del país, y a uno le toca sospechar que los empobrecen deliberadamente para que, en la angustiosa y azarosa condición que llevan sobre sus cuestas, sean ellos, la masa que debe agradecer que le den migajas y deban pagarlo con su voluntad en las urnas, para mantener una democracia que los desecha, los ignora y los condena a la desdicha, al olvido y a la indignidad. (No es por acto de magia que más de millón y medio de panameños viven en la pobreza y la extrema pobreza)

Nada se reformó sobre el financiamiento privado de los candidatos ni sobre la subvención pública de los partidos, suma cuantiosa y multi-millonaria que debe ser invertida, no como se hace ahora, en una gran planilla y gastos superfluos que no resisten un audito serio, sino en una verdadera formación política para elevar el debate político del país que hoy anda y zozobra en una laguna purulenta al tufo de una gigantesca corrupción.

Nada se reformó acerca de la democracia interna de los partidos políticos, porque sabido es que grupos poderosos asaltan su dirección y lo secuestran especialmente para manejar a su antojo el subsidio a los partidos, y si no se genera la democracia interna, de ningún modo pueden ofrecer al país lo que en su propia casa no poseen ni reproducen de ninguna forma.

Nada se reformó en el aspecto que, el Tribunal, violando las garantías procesales de los panameños, se convierte muchas veces en jueces y parte, desapareciendo así en la esfera electoral, el debido proceso legal que es una garantía constitucional.

Nada se reformó sobre los circuitos plurinominales, la igualdad del voto respecto de los circuitos uninominales y la forma transparente de la asignación de curules que evite que se cuenten varias veces los mismos votos, tesis que defienden los partidos políticos “grandes” y que constituye una suerte de “burro amarrado con tigre suelto”.

Nada de definición con claridad sobre los cambios de residencia a cuenta de inventos o cualquier enramada que nunca representa la residencia permanente y habitual del votante y que cambia en muchos casos, la correlación de fuerzas en varios corregimientos del país.

Nada se ha reformado en los casos en donde existen diputados que ni siquiera tienen residencia real en sus circuitos y ofenden a sus electores, porque ganan por clientelismo y luego ni los ven en el resto de sus mandatos.

Debemos volver a que sean los maestros, los garantes y los que estén en las mesas del conteo, y los delegados de los partidos solo puedan ser observadores del proceso.

Nada sobre el reparto millonario de grandes sumas de publicidad a los grandes medios para poder lograr un silencio cómplice de los grandes medios y por eso tenemos la sensación que aquí no pasa nada. Ese silencio encubridor, le sale muy caro al presupuesto nacional que podría usarse para resolver graves problemas sociales en el país.

Nada se reformó para garantizar en forma clara la revocatoria de mandato, cuando el pueblo que eligió a un funcionario advierta y decida revocar y recuperar ese mandato de todos los funcionarios electos por voto popular.

Nada se determinó con claridad respecto a prohibir la reelección sempiterna de figuras, sin que se permita el relevo generacional y el refrescamiento de las figuras electas. Será que el Tribunal, que tienen en su seno a alguien que lleva más de la mitad de su vida en esa institución como Magistrado, no puede hablar de tales aspectos porque allí está instaurado precisamente uno de los ejemplos de lo que no debe ser al decir de Simón Bolívar que expresó en el Congreso de Angostura en 1819: “La continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el fin de los Gobiernos Democráticos. Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo Ciudadano el Poder. El Pueblo se acostumbra a obedecerle y él a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía. Un justo celo es la garantía de la Libertad Republicana, y nuestros ciudadanos deben temer con sobrada justicia que el mismo Magistrado, que los ha mandado mucho tiempo, los mande perpetuamente.

Nada se reformó sobre la corrupción y la rendición de cuentas de todas las autoridades electas y no electas.

Nada se reformó para que el día de las elecciones, sea el Tribunal que garantice la movilización de los electores hasta el centro electoral y de regreso a sus hogares, su comida para que nadie se quede sin sufragar y evitar el manipuleo de los electores, es decir para que puedan elegir en absoluta libertad.

Por eso me temo que, vamos a seguir por lo pronto, atascados en esta triste laguna del fango de la corrupción.

Me gustaría citar en este momento, las Palabras de Jesucristo de Nazareth, nuestro Único y Eterno Dios, recogidas en el libro de Mateo, capítulo 23 del versículo 23 al 28.

“Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejasteis lo que es lo más grave de la ley, es á saber, el juicio y la misericordia y la fe: esto era menester hacer, y no dejar lo otro. Guías ciegos, que coláis el mosquito, mas tragáis el camello!

Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo que está de fuera del vaso y del plato; más de dentro están llenos de robo y de injusticia. Fariseo ciego, limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera se haga limpio!

Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! porque sois semejantes á sepulcros blanqueados, que de fuera, á la verdad, se muestran hermosos, más de dentro están llenos de huesos de muertos y de toda suciedad. Así también vosotros de fuera, á la verdad, os mostráis justos á los hombres; más de dentro, llenos estáis de hipocresía é iniquidad”.

Estoy convencido que la renuencia a caminar el camino de la decencia y el aferrarse a lo que nos degrada, tiene los días contados, porque lo injusto, lo tramposo, lo que denigra la dignidad humana y forza a que la democracia sea un sofisma, distante de lo que anhelamos los hombres y mujeres patriotas que amamos a Panamá y los panameños, simplemente no puede sostenerse por encima de nuestra voluntad férrea y firme de darnos una institucionalidad nueva que dignifique a cada compatriota, porque somos más los que queremos y anhelamos el decoro, la dignidad y la decencia.

¡Así de sencilla es la cosa!

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